La entrevista realizada por el ensayista e historiador del arte Gabriel Peluffo (n. 1946) a Antonio Frasconi (1919–2013) generó polémicas en el momento de su publicación. Había en ella ciertas aparentes contradicciones puestas de manifiesto por el artista argentino-uruguayo en un momento político particularmente delicado y propicio para malas interpretaciones por prejuicios o suspicacias de fondo ideológico. Frasconi se define como un “trabajador de arte [que] tiene cosas para decir” y lo hace a través del arte figurativo, utilizando viejos y nuevos medios expresivos. Siendo un reconocido grabador (xilografía, serigrafía y litografía) no duda en integrar a su obra tanto la fotografía como materiales diversos (cuerdas y cartones, entre otros). En el debate entre arte abstracto y figurativo, Frasconi considera que el primero implica una actitud contemporánea decorativa y lo observa “vacío” de contenido. Al radicarse en los Estados Unidos se afilia a una tendencia humanista del arte que observa la conflictividad mundial (son tiempos de la guerra en Vietnam), dedicándose a la tarea docente y a una “vida […] modesta, pero cumpliendo una obra más personal”. Son aspectos que lo vinculan tanto a los debates sociales y políticos de los Estados Unidos como a Uruguay y Latinoamérica. Frasconi valora la capacidad de venta y consumo de la clase media de los Estados Unidos que permite “absorber” la obra del artista, y facilita ubicarla “entre la gente y no en un museo”, a diferencia de Uruguay, donde el creador no puede vivir de su obra. De hecho, sus reflexiones unen las diferentes maneras de mirar de muchos artistas en la diáspora, los cuales combinan —con distintas dosis de compromiso— los entornos locales de residencia y la adhesión sensible a sus espacios de procedencia. En el caso de este artista se manifiesta una adhesión consciente de arte y política con enfoque hacia prácticas artísticas contemporáneas. Por otra parte, resultó sumamente polémica su afirmación de que “aquí [en Uruguay] el artista que quiera vivir de su arte tiene que irse [...] No sé si es un acto de individualismo o de egoísmo, pero uno tiene que realizarse”. En el ámbito de conflictividad sociopolítica vivida entonces en Uruguay, estas palabras tocaron aspectos sensibles para el radicalismo (localista y socialmente solidario de la época), sobre todo en filas del estudiantado universitario donde Frasconi tenía instalada su exposición. [Como lectura complementaria, véanse en el archivo digital ICAA los siguientes textos: de Mario Benedetti “El grabado uruguayo en la Exposición de La Habana” (doc. no. 1241970); y de Antonio Frasconi “Carta abierta de Antonio Frasconi” (doc. no. 1246348)].