El escritor Mario Benedetti reseña para el semanario Marcha de Montevideo la séptima edición de la Exposición de La Habana (1968) organizada por la institución cubana Casa de las Américas (fundada en 1959), instancia en la que el grabador uruguayo Antonio Frasconi obtuvo el Gran Premio de Grabado. Benedetti hace una valoración del grabado tanto en Uruguay como en Latinoamérica tomando en cuenta a los latinoamericanos residentes en Europa y los Estados Unidos (país donde Frasconi había vivido desde 1945). Evalúa, además, la creciente presencia internacional del evento, que coloca a Cuba como lugar y momento cultural de renovadas proyecciones; especialmente continentales a pesar de las dificultades generadas por el bloqueo.

Mario Benedetti (1920–2009), crítico y activista cultural con extenso trabajo periodístico en numerosos medios de prensa locales e internacionales, reseña para el semanario Marcha de la capital uruguaya la séptima edición de la Exposición de La Habana (Cuba, 1968). Organizado por Casa de las Américas desde 1962, constituyó un evento oficial revolucionario con la finalidad de realizar encuentros “de literatura, teatro, canción [de] protesta y grabado”. Durante los años sesenta y setenta, la entidad se convirtió en un verdadero eje cultural latinoamericano. Entre 1968 y 1971, Benedetti dirigió su Centro de Investigaciones Literarias; además, Cuba fue uno de los países en los que se exilió al instalarse la dictadura militar en Uruguay (1973). Según el escritor, la Casa de las Américas se convirtió “en el más activo centro difusor de la cultura latinoamericana”. En 1968, la presencia continental al encuentro marcó la importancia del evento: “77 artistas procedentes de 9 países”; los cuales, más allá del interés artístico, mostraban la adhesión y apoyo con el  proyecto cultural de la entidad, y, por extensión, a la gestión política de Cuba. A juicio de Benedetti, el “bloqueo” impuesto a los cubanos por EE.UU. es un estímulo para encontrar otros recursos. A partir de 1965, la Exposición de La Habana (creada en 1962) instituyó un Gran Premio de Grabado; el caso específico de los grabadores uruguayos —en particular los realizadores de xilografías tales como Antonio Frasconi (1919–2013)— formó parte de la reiterada valoración de los cultores de esa técnica en Uruguay, país del que también habían sido premiados José Gamarra (n. 1934), Miguel Bresciano (1937–79) y Leonilda González (1923–2017). Un número importante de los grabadores uruguayos que participaban en la Exposición de La Habana provenían del CGM (Club de Grabado de Montevideo), institución fundada sobre bases societarias con acentuado carácter ideológico (de izquierda) y que promovía  una integración internacionalista.

[Para más información, consulte el manifiesto de los grabadores de 1944 en el archivo digital ICAA: “Artistas Grabadores del Uruguay” (doc. no. 1228293)].