La publicación de este manifiesto acompañó la primera exposición en Venezuela del Grupo Expansionista, encabezado por el pintor y escultor Omar Carreño (1927?2013) y acompañado por Andrés Guzmán (n. 1931), Rubén Márquez (n. 1927) y Alirio Oramas (n. 1924). La muestra se llevó a cabo en el Museo de Bellas Artes de Caracas en 1967, y constituyó, de algún modo, una toma de posición formal frente a la escena plástica venezolana y a la necesidad de revitalizar el papel del arte en su relación con la vida. Los postulados del expansionismo defendían la obra transformable, susceptible de ser modificada por el espectador gracias a una inédita fusión de soportes bidimensionales y tridimensionales, así como a la incorporación de nuevos materiales y tecnologías. En el caso de Carreño, los antecedentes de esta corriente se remontan a 1951, fecha de sus primeros proyectos sobre obras transformables, desarrollados en París y exhibidos en esa misma ciudad al año siguiente. Carreño llevó adelante sus experimentaciones a lo largo de la década de los cincuenta y, a su regreso a Venezuela, promovió encuentros entre artistas e intelectuales para la consolidación del movimiento expansionista. Los resultados de esta iniciativa sólo se concretaron en 1967, vía la realización de esta muestra y la publicación del manifiesto. No obstante, Carreño había publicado este texto previamente en Roma (1966), al retomar su proyecto artístico convencido de que las alternativas cinéticas convencionales estaban agotándose. Siguiendo la línea discursiva de todo manifiesto de vanguardia, el texto señala las premisas frente a las cuales el movimiento pretende romper: en este caso, la obra bidimensional, estática y figurativa. Del mismo modo, establece una condición de compromiso para con la creación, característica que acerca el género del manifiesto artístico al del manifiesto político gracias al énfasis en la transformación de las estructuras existentes.
La tentativa de creación de centros de cooperación en diversas latitudes refleja la vocación universalista del movimiento, así como el uso del propio género manifestario como instrumento de difusión de ideas. El uso de la cibernética y de las nuevas tecnologías refleja no sólo la “expansión” de los medios artísticos, sino que se halla en sintonía con la serie de intervenciones que, a escala urbana, se desarrollaron en Venezuela durante esta década; entre ellas, cabe mencionar el Parque Ferial de El Conde y otras realizaciones de cuño cinético de Alejandro Otero, de Gego y de Carlos Cruz-Diez; cabe añadir que una década antes, en 1957, Carreño había realizado una gran escultura móvil en el interior, en la Plaza Municipal de Pariata.
El Grupo Expansionista publicaría un segundo manifiesto ese mismo año de 1967 en el Ateneo de Caracas. Al año siguiente, Carreño publicaría un tercer manifiesto al respecto en el marco de una exposición en la Galería Número, en Venecia. En 2008, la Galería Durban Segnini (sucursal de Caracas), bajo la curaduría de Carreño y Luis Miguel Molina, presentó una muestra sobre el expansionismo reuniendo a artistas nacionales e internacionales, en la celebración del cuarenta aniversario de la aparición del movimiento en Venezuela.
Respecto a la segunda proclama del grupo, véase “Expansionismo: Manifiesto 2” [doc. no. 1157254]; para una reflexión sobre el lenguaje plástico desarrollado por Omar Carreño, véase el ensayo de Víctor Guédez “La construcción de lo visual en Omar Carreño” [doc. no. 1157401]; y para un entrevista de Teresa Alvarenga con el artista, véase “Llegó el momento de decir: Omar Carreño lo hizo primero” [doc. no. 1157657].