Sobre la fecha de fundación del colectivo conocido como Taller 4 Rojo no existen acuerdos, ni por parte de sus miembros, ni tampoco de sus historiadores. Algunos lo datan en 1970, como María Elvira Iriarte; otros en 1972, como Germán Rubiano Caballero; y sus miembros tampoco coinciden en sus versiones: algunos mencionan el año 1971 y otros 1972. Sin embargo, es cierto que el Taller funcionó en principio en el barrio de La Candelaria (centro de Bogotá) como un taller de artes gráficas dirigido, en un primer momento, por Diego Arango (n. 1942) y Nirma Zárate (1936–99), quienes acababan de llegar de Londres tras estudiar Grabado en la Royal Academy (entre 1969 y 1970). Poco a poco, se fueron uniendo otros miembros como Jorge Mora, gran conocedor de las técnicas fotográficas, y finalmente la consolidación se logró con Umberto Giangrandi (n. 1942) y Carlos Granada (n. 1933). El punto clave fue el trabajo interdisciplinario que involucró no sólo a artistas sino a miembros de los movimientos sociales que empezaron a organizarse en la década de los setenta.
El Taller 4 Rojofue el lugar de encuentro para discutir las formas en que los movimientos obreros, estudiantiles, campesinos e indígenas deberían movilizarse para reclamar sus derechos ante el Estado. De esta manera, es comprensible la utilidad que tenían las artes gráficas y sus nuevas técnicas de producción e impresión que sacaron al grabado de una tradicional finalidad artística. La serigrafía se convirtió así en una herramienta útil para la realización de carteles, pancartas, publicaciones y panfletos de los movimientos sociales; por ello resulta de gran importancia la fundación de este Taller Escuela de Artes Gráficas 4 Rojo en que se formaron participantes de la lucha social del período. Llama la atención el énfasis que colocaron sus directivas en la reflexión histórica y crítica de las artes gráficas; se hace visible en la oferta de clases y aclaraciones en el documento. De entrada, el Taller 4 Rojo entendió la potencialidad política del grabado, la importancia de su enseñanza y la difusión de sus usos, más allá del arte, en uno de los períodos políticos más álgidos de Colombia.
Este texto debe leerse en relación con dos artículos publicados en prensa y en revista [véase “Un centro para el grabado: ‘4 Rojo’”, doc. no. 1133173; y “El debate queda abierto: ¿La clase intelectual participa en el cambio social o se beneficia con la miseria?”, doc. no. 1102659].