Olga de Amaral: Cuatro tiempos es el título de la exposición retrospectiva de la artista textil del mismo nombre realizada en el Museo de Arte Moderno de Bogotá desde noviembre de 1993 hasta febrero de 1994. Es, también, el texto de presentación del catálogo escrito por el curador Eduardo Serrano, quien presenta en cuatro etapas la mutación estructural y plástica desarrollada en la obra de Amaral. Primeramente, se refiere al inicio de su carrera cuando establece sus “preocupaciones formales”, el color y el arraigo de sus raíces culturales que la acompañará desde siempre; Serrano subraya cómo, en cambio, el interés en la experimentación desde esta época temprana hará de lo estructural el aspecto más variable. En una segunda etapa, inicio de los años setenta, enfatiza ella el desarrollo de superficies que adquieren carácter cada vez más escultórico, gracias al enfoque en la construcción espacial y las influencias recibidas de la arquitectura. Asimismo, Serrano anota la incursión en el uso de fibras naturales y formas pre-tejidas para la factura de su trabajo, destacando el efecto que marca a la artista con su obra Gran maraña paramuna: un tapiz de dimensiones monumentales que la condujo a replantear sus objetivos plásticos. Serrano indica el “tercer tiempo” cuando alcanza la artista su “máxima cima” dada la riqueza en color, texturas; o sea, un grado de excelencia técnica y estética contundente que despejó cualquier duda de considerar sus tapices verdaderas obras de arte. En la cuarta, última y más extensa, el autor atribuye su viaje a París y su contacto con la cultura europea en la década de los setenta como una influencia vertebral que se hará visible en las décadas siguientes a través de la producción artística de Amaral.

La pertinencia del texto “Cuatro tiempos” radica en que corresponde a una recopilación concisa de cuatro décadas (1960−90) de trabajo ininterrumpido de Olga de Amaral (n. 1932). Es destacable también porque en él se tornan visibles las transformaciones de su producción artística, desde aspectos cruciales que permiten comprender por qué en Colombia es considerada pionera en el campo del arte textil contemporáneo junto a Marlene Hoffman y Stella Bernal. De la misma manera, al abordar Eduardo Serrano (n. 1939) el análisis desde los cambios y experimentaciones estructurales propias del medio escultórico, resalta así la contribución de Amaral desde el medio textil a la escultura abstracta en Colombia. Esto se da en la medida en que transformó superficies de tejidos bidimensionales, paulatinamente en tridimensionales, además de la relación estrecha, en términos de instalación, que estableció entre el tapiz y el espacio arquitectónico. 

Habrá de anotarse que, antes del regreso a Colombia de la artista después de su estancia en el Cranbrook Academy of Art (Míchigan, 1954−55), Amaral fue estudiante de “diseño funcional” en el Colegio Mayor de Cundinamarca (Bogotá), institución de educación superior en donde recibió clases de escultores como Eduardo Ramírez Villamizar (1923−2004) y arquitectos como Dicken Castro (n. 1922), ambos precursores e impulsores del diseño en el país. Por otra parte, en 1958, Amaral creó, en compañía de su esposo, el artista de origen estadounidense Jim Amaral (n. 1933), el Taller de Tejidos Amaral, en Bogotá, donde lograron internacionalizar el diseño textil contemporáneo.

Olga de Amaral es dibujante arquitectónica del Colegio Mayor de Cundinamarca. Ha obtenido varios premios; entre ellos, el Primer Premio del XXII Salón de Artistas Nacionales (1971), la Beca Guggenheim (1973) el Primer Premio de la Bienal de Arte de Coltejer (1974), y recientemente el Museum of Art and Design, de Nueva York, le otorgó el premio como Artista Visionaria (2005). Sus obras de arte textil se encuentran en importantes colecciones y han sido exhibidas alrededor del mundo como en el Musée d’Art Moderne de París (1981) [doc. no. 1134371], en el Centro Cultural de Belém, con la muestra Resonancias, (Portugal, 2005) y en el Metropolitan Museum of Art, en Nueva York (2007).

Por otra parte, Eduardo Serrano desempeñó el cargo de curador del Museo de Arte Moderno de Bogotá (1974−94). Es autor, entre otras publicaciones, de Un lustro visual: ensayos sobre arte contemporáneo colombiano [doc. no. 1076577] y Al fin pintura [doc. no. 1099111]. Actualmente (2010) vive en Bogotá y se desempeña como curador independiente.