La entrevista a la artista textil Olga de Amaral (n. 1932) testimonia los alcances internacionales de sus tapices hsta colocarla al nivel de las más importantes artistas de tejidos de Estados Unidos y Europa, destacando los aspectos pictóricos y escultóricos del tejido. El crítico cubano, radicado en Colombia, Galaor Carbonell (1938-96), la consideraba una ensamblajista cuya obra pertenecía al constructivismo. La exposición retrospectiva Olga de Amaral: Cuatro tiempos (1993) explica las diversas fases de un proceso creativo de largo aliento [véase doc. no. 1134094].
Olga de Amaral estudió diseño arquitectónico (1951−52) en Bogotá, en el Colegio Mayor de Cundinamarca, y diseño textil (1954−55) en Cranbrook Academy of Art (Bloomfield Hills, Michigan). Al poco tiempo de regresar al país, ella y su esposo, el artista californiano Jim Amaral (n. 1933), montaron un taller textil con fabricación en telar. Haciendo tapices inició un proceso de experimentación impulsado por su conocimiento sobre tejedores que se asumieron como artistas plásticos. Amaral funda y dirige el Departamento de Textiles (1965−70) de la Universidad de los Andes (Bogotá). Entre 1968 y 1972, es representante de Colombia ante el WCC (World Crafts Council), y su directora para Latinoamérica, entre 1970 y 1978. Dicha organización no gubernamental estimula y fomenta el desarrollo económico de artesanos del mundo a través de becas. Por la gestión del artista y promotor Jack Lenor Larsen, Olga de Amaral expuso tapices en Nueva York y dictó cursos en Penland School of Crafts (Bakersville, Carolina del Norte) y Haystack Mountain School of Crafts (Deer Isle, Maine). En 1968, realizó un viaje significativo al Perú como representante de la WCC; estando en Cuzco, apreció textiles y fibras herederas de una tradición milenaria que, a seguir, tuvo muy en cuenta en su proceso. En 1971, fue premiada en el XXII Salón de Artistas Nacionales y, al año siguiente, obtuvo el Primer Premio en la Bienal de Coltejer por la obra La gran maraña paramuna (1972), considerada un hito de su carrera profesional por la investigación estética emprendida sobre el tejido. De igual manera, la obra monocroma Vestiduras de calicanto (1977), expuesta en el MAM parisino, es importante en su trayectoria artística porque explora nuevos materiales como crin de caballo y yeso, permitiéndole exploraciones con la estructura del tejido y la tridimensionalidad del tejido. En estas obras aparece un vínculo entre el tejido y el paisaje según lo expresa la artista en la entrevista, el calicanto “podría asemejarlo a la nostalgia o el paisaje del altiplano” colombiano.
José Hernández (n. 1955) ganó reconocimiento como editor del diario bogotano El Tiempo publicando en las páginas culturales las columnas de crítica tanto de Carolina Ponce León (n. 1957) como de José Hernán Aguilar (n. 1952). Hernández fundó Espacio Vacío (1997−2002) con los artistas Jaime Iregui (n. 1956) y Carlos Salas (n. 1957), espacio de exposición y debate para la escena artística de Bogotá.