Esencialmente poético, el movimiento de vanguardia conocido como Nadaísmo (1958?70) nace en Colombia al final de la década de los cincuenta con el ánimo de remover el piso de la moral política, léxica, estética y social en la que se sumiría el país, todavía, hasta el término del XX. Este grupo es tal vez la única expresión que adopta, en el país, la estructura de los movimientos de la vanguardia artística europea de principios de siglo con la escritura de manifiestos que evidencian esa herencia cultural (desde la plástica), pues los manifiestos nadaístas constituyen acaso los únicos documentos de ese corte en la historia artística nacional. En particular, y como los que le antecedieron a nivel intercontinental, el manifiesto de “Amílkar U.” (1940?85) tiene la intención de irritar. En efecto, hacía parte de una poética política de denuncia que reivindica al arte en oposición a la historia, el ocio frente a la productividad burgués-poscapitalista, y la poesía —esto es, el “misterio”, la contradicción, la “Nada” o el “Campo Puro” de las “cosas divinas”— frente a la “Ley del Buen Vecino” seguida al pie de la letra, colonialmente, por los magisterios colombianos. Incluso, durante la República Liberal, tomaron siempre la forma de evidente o disimulado conservatismo cultural.
Con clara influencia de lo surrealista y lo dadá, el manifiesto protesta por la consolidación de una “irrealidad real” o la “realidad irreal” que se le revela al poeta en tiempos en que mundialmente los artistas veían, en el porvenir, un futuro vacuo. En este contexto, el arte se presentaba como la única convicción genuina a concientizar frente a las falacias estatales en el panorama bélico de la economía mundial, cuyas prácticas se expandían de manera veloz y agigantada a uno y a otro lado del océano Atlántico. Sin restricciones en la denuncia de las imposiciones clérigo-estatales en Colombia, el texto hinca sus raíces en “el terreno de los esquizofrénicos” de la historia como Arthur Rimbaud, Vladimir Maiacovski, Adolf Hitler, José Stalin, André Breton, Tristan Tzara y Søren Kierkegård. En consonancia con el espíritu disidente de las vanguardias, el escrito está plagado de neologismos y préstamos de la lengua cientificista (técnica y especializada) para, de ese modo, atacar a la ciencia y nombrar, al mismo tiempo, al arte.
Los nadaístas estuvieron en permanente contacto con artistas plásticos de la época y realizaron algunas obras en mutual colaboración; tal como ocurrió en el Festival de arte de Vanguardia de Cali (1965) y en la Bienal de las Cruces, en Bogotá (1962).
Amílcar Osorio Gómez (seudónimo “Amílkar U.”) es un poeta tan desconocido como genial de obra escasa y de vida breve. Casi niño aún, ya escribía líneas poéticamente estremecedoras; años después, su pluma sería explosiva, irreverente, intensa, entendida y lúcida. Con un libro de poemas, uno de cuentos y una novela, “Amílkar U.” aún no figura en las páginas de la historia poética de Colombia. Apenas si ha sido señalado su paso por el Nadaísmo, de manera que el capítulo sobre su obra está todavía por escribirse.
El conjunto de documentos nadaístas fue publicado en un número especial de la revista Mito dedicado al citado movimiento en la sección llamada “Documentos Nadaístas”. Este documento guarda relación con los de Gonzalo Arango, “El nadaísmo” [véase doc. no. 1131711] y “Primera Bienal de Las Cruces” [doc. no. 1131727]; así como también el escrito por los Nadaístas “A Noel (2) Cassady” [doc. no. 1131808].