El punto de partida de este texto es la exposición A pintura como meio, en el MAC-USP (Museu de Arte Contemporânea da Universidade de São Paulo), realizada en 1983, y que contó con la curaduría de Aracy Amaral (n. 1930). La mencionada muestra fija uno de los marcos referenciales sobre la producción de la década de los ochenta y del desgastado discurso del “regreso a la pintura”, de manera semejante a cuando, tras las vanguardias históricas, Europa se volcó hacia el concepto del “retour à l’ordre” pictórico, asunto que dominó buena parte de la década. Para un análisis del medio artístico brasileño en el período, hecho por Amaral, consulte su ensayo “Uma jovem pintura em São Paulo”, publicado en el libro Pintura como meio (São Paulo: MAC USP, 1983) [véase doc. no. 1111245].
A partir de la década de los ochenta, Sérgio Romagnolo (n. 1957) pasa a sobresalir en el meollo del arte contemporáneo del Brasil; motivo por el cual se lo integra al contexto de la llamada “Geração 80”. Su producción artística, como podría pensarse, no se restringe al llamado “regreso a la pintura”, sino que hurga en otros medios como la escultura.
Leda Catunda (n. 1961) surge en el escenario artístico bajo el contexto de la Geração 80. Su obra, desde entonces, ocupa un lugar de destaque en el arte brasileño por su temática sobre el kitsch, lo femenino y la pintura.
Ciro Cozzolino (n. 1959) es uno de los destaques de los ochenta brasileños con una obra que enfatiza la visualidad de la cultura de masas.
Ana Maria Tavares (n. 1958) surge también en esa época, pero su trabajo se conserva en los parámetros del llamado regreso a la pintura, aunque con un toque experimental. En las décadas siguientes se liga a temáticas somáticas que privilegian asuntos conceptuales como los del cuerpo.
Sérgio Niculitcheff (n. 1960), a finales de los setenta, empieza a reforzar lo que será la tendencia dominante que retoma la pintura. En opinión del crítico Tadeu Chiarelli, sus cuadros “trabajan, casi siempre, con imágenes-símbolo entendidas como bloques puros de sentido (…), representándolos y lanzándolos al devenir de esa misma historia”.
Roberto Pontual escribe Explode Geração (Rio de Janeiro: Avenir, 1984), donde pretende encajar su perspectiva personal (literaria incluso) en el meollo de la producción artística en el Brasil de los ochenta, con artistas como Mónica Nador y Ana Maria Tavares en São Paulo o Leda Catunda, Sérgio Romagnolo y Beatriz Milhazes en Río. Puede consultar su manifiesto con el que se identifica con dicha generación en “Semana nacional de poesia de vanguarda: comunicado e conclusões” [doc. no. 1110501]. Y para complementar este enfoque con uno de Ricardo Basbaum, vea al respecto “Pintura dos anos 80: algumas observações críticas” [doc. no. 1110972].
Otros críticos de arte que ensayaron sus ideas sobre el arte a lo largo de esa década de los ochenta fueron Jorge Guinle Filho en “Papai era surfista profissional, mamãe fazia mapa astral legal. ‘Geração 80’ ou como matei uma aula de arte num shopping center”, revista Módulo (Río de Janeiro, julio de 1984); Wilson Coutinho en “Festa e democracia no Parque Lage”, publicado en el libro Imediações: a crítica de Wilson Coutinho (Río de Janeiro: Funarte, 2008); Marcus de Lontra Costa en “A festa acabou? A festa continua”, revista Módulo (Río de Janeiro, mayo/junio de 1988); y Frederico Morais en su texto “Gute Nacht Herr Baselitz ou Hélio Oiticica onde está você”, también en la revista Módulo (Río de Janeiro, julio de 1988) [doc. no. 1110957].