Aún a nivel institucional, Flávio de Carvalho (1899–1973) no cejó de hacer sentir su cariz de intereses experimentales. Por un lado, fundó, con la colaboración de los pintores Emiliano Di Cavalcanti, Carlos Prado y Antonio Gomide, el CAM (Club de los Artistas Modernos) en São Paulo, cuyo propósito inicial fue la promoción de actividades como “modelo colectivo de acción pública” (véase su texto “Recordação do Clube dos Artistas Modernos” [doc. no. 781340]). No satisfecho con la idea del CAM —donde se invita como conferencistas a críticos poco convencionales como Mário Pedrosa y Caio Prado, así como al “orador” muralista, como llama a David Alfaro Siqueiros (“Um authentico revolucionario da pintura” [doc. no. 777225])—, de Carvalho radicaliza sus propósitos urbanos, por otro lado, con un “laboratorio experimental” en la propia sede del CAM, donde esta propuesta de transformación es transferida del ciudadano a algo más factible, la expresión escénica (consulte “A epopéia do teatro da experiencia e o bailado do deus morto” [doc. no. 780339]).
Este texto sobre el aspecto sicológico y mórbido del arte moderno sigue un camino paralelo a su escandalosa ponencia presentada en el IV Congresso Panamericano de Arquitetos celebrado en Río de Janeiro (1930), titulada “Uma tese curiosa: a cidade do homem nu” [doc. no. 783858]. Hay otro texto complementario de Flávio de Carvalho al presente documento donde, por medio del urbanismo, pretende lograr en gran medida “la renovación mental” del ciudadano (“A única arte que presta é a arte anormal” [doc. No. 1084943]). En relación a varias citas que hace de Carvalho de un texto medular para varios escritores de esa época y fundamental de su argumento del hombre desnudo, vea el “Manifesto antropófago” de Oswald de Andrade de 1928 [doc. no. 771303].