Siendo una indudable expresión de surrealismo y modernismo en Brasil, este documento aclara el interés del autor en la producción artística de la niñez, de los pacientes siquiátricos y de los pueblos no occidentales. En un ámbito predominantemente figurativo y nacionalista, Flávio de Carvalho (1899–1973) es de los pocos artistas brasileños que manifiestan ciertas afinidades con el dadaísmo y el surrealismo. Amén de actuar como pintor, se destacó por sus actos de cuño impugnador, tales como la Experiência n.2, realizada en 1930, cuando desfiló de sombrero ancho, yendo a contramano de una procesión católica en el centro de la ciudad de São Paulo. Su intención, al desestabilizar el orden social y moral vigentes, era el de generar situaciones de tensión emocional y desequilibrio social con el objetivo de investigar la reacción sicológica resultante y el comportamiento de la masa en situaciones límite. A principios de la década de treinta, el artista promovió muestras de arte infantil y de pacientes de instituciones siquiátricas en el CAM (Clube dos Artistas Modernos) donde presentó también el “Bailado do deus morto” [Danza del dios muerto], espectáculo teatral puesto en escena por actores de raza negra, a los cuales combinaba elementos de carácter tanto industrial como primitivo; ver “A epopéia do teatro da experiencia e o bailado do deus morto” [archivo digital ICAA (doc. no. 780339)].
Este texto sigue un camino paralelo a su escandalosa ponencia presentada en el IV Congresso Panamericano de Arquitetos celebrado en Rio de Janeiro (1930) como representante de la “ideología antropofágica” diseminada, desde São Paulo hacia 1928 por el grupo de modernistas brasileños encabezado por Oswald de Andrade [“Uma tese curiosa: a cidade do homem nu” (doc. no. 783858)], donde también se apela al sicoanálisis freudiano.