En el cierne de un año crítico en el siglo XX, 1968, Lygia Clark escribe este pequeño ensayo sobre la postura a seguir del artista en la sociedad; era el año en que se arrastran por el planeta entero las manifestaciones estudiantiles iniciadas en París, en mayo de ese año, procurando todo tipo de reivindicaciones de cambio desde lo sociopolítico hasta comportamientos individuales. Con 48 años de edad, Clark declara en el texto que, si fuera “más joven”, haría política. Como artista, confiesa sentirse poco cómoda y “muy integrada” a un lugar en la estructura social que antes era inexistente; a su juicio, “anteriormente, los artistas eran marginalizados” y menciona el asesinato de un joven en Brasil en manos de la policía represora de la dictadura militar —que se prolongaría más de dos décadas (1964?85)—. Considera a aquella generación de estudiantes con una “actitud existencial semejante a nosotros”, los artistas, salvo una gran diferencia: la policía represora se moviliza para matar a jóvenes “precursores” e “incendiarios” y, mientras estos “empujan el mundo” hacia adelante, Clark cuestiona lo que juzga ser una “domesticación” del medio artístico.    

El libro Lygia Clark de la colección “Arte Brasileira Contemporânea” —editada por la FUNARTE (Fundação Nacional de Artes) entre 1978 y 1983— incluye este breve texto de la artista. En el volumen dedicado a Clark se documenta su producción desde las llamadas pinturas “sem moldura” [sin marco] de la década de los cincuenta hasta su propuesta posterior de “objetos relacionais” [objetos relacionales], que da inicio a mediados de los sesenta. El libro reúne ensayos de los críticos y teóricos brasileños Mário Pedrosa y Ferreira Gullar. Aquí, Clark hace un cotejo entre las actitudes seguidas y los lugares de acción de los “jóvenes” brasileños dentro de las limitaciones impuestas por el régimen militar de dos décadas (1964–85). Para ella, los jóvenes pasaron a substituir a los artistas en la composición de “los márgenes” de aquella sociedad sometida. En ese año crítico de 1968 —al final del cual se decreta el AI-5 (Acto Institucional núm. 5, con el que prácticamente se prohíbe todo)— Clark llega a considerar cómoda incluso la posición de los artistas —a su juicio, tal vez “domesticados”— en ese momento medular cuando aparecen las noticias de desaparecidos y muertos por el aparato represor del Estado brasileño.

La trayectoria de la artista brasileña Lygia Clark (1920–88) se extiende desde finales de los años cuarenta hasta la década de los ochenta. Tras una breve producción de lienzos con temas de índole figurativa en los cincuenta, Clark se une a un grupo de artistas de Río de Janeiro (inicialmente conocido como Grupo Frente y encabezado por Ivan Serpa) que, siguiendo los pasos de São Paulo, pasan a integrar el movimiento de arte concreto en Brasil. El texto del crítico de arte Ferreira Gullar, bajo el título de “I Exposição Nacional de Arte Concreta: 2 ? O grupo do Rio” [doc. no. 1090217], describe y comenta las obras producidas por Clark y demás participantes de la muestra de 1956. Al final de esa década, ella pasa a configurar el movimiento radicalmente cuestionador de la postura concreta (bajo el inusitado prefijo de “neo”), el cual sale a la luz con el lanzamiento del “Manifesto Neoconcreto” (1959) redactado por Ferreira Gullar y con artistas como Franz Weissmann, Amílcar de Castro, Lygia Pape, Reynaldo Jardim (dedicado a asuntos teatrales) y el poeta Theon Spanudis, participantes de la mencionada I Exposição de Arte Neoconcreta (1959) en Río.

A su vez, Ferreira Gullar también ponderó la obra de Clark como si fuera un transcurso en su texto de 1960 titulado “Do quadro ao não objeto” [doc. no. 1091272]. Para un análisis crítico en torno a su trayectoria artística en el ámbito internacional hasta la década de los ochenta, consúltese el ensayo de 1994 “Lygia Clark: In Search of the Body” [doc. no. 1232526], escrito por el curador inglés y crítico de arte Guy Brett, quien acompañó la carrera de la artista desde sus primordios.