El documento es significativo, primero por registrar la visión de la artista Alicia Barney frente al arte conceptual y del proceso del mismo a finales de la década del setenta en el país; sobre todo, teniendo en cuenta que ésta es una de las artistas pioneras en dicho ámbito. El lenguaje empleado recuerda los manifiestos, en cuanto sienta una serie de rechazos a las así-llamadas “reliquias del pasado”, inherentes a la institución museal; contrastándolo con reflexiones sobre los conceptos de arte y vida, las características del ciclo vital del objeto y su carácter implícito como testigo de cambios y de la propia mutabilidad de la vida. Igualmente, el texto es importante por los apuntes que, en torno al arte pop, reflexionan sobre el objeto poniendo en evidencia el fenómeno artístico de “la apropiación”.
Este escrito fue solicitado a Barney con el fin de repartirlo entre el público, durante la exposición Diario-objeto en la sala de la Extensión Cultural de la Universidad del Valle (Cali, 1978). Un año después, la artista fue invitada al V Salón Atenas en el Museo de Arte Moderno de Bogotá, donde presentó ocho obras que constituyen el Diario-Objeto No. 2 en las que empacó y ordenó en bolsas de polietileno ramas, hojas, caracoles y otros elementos naturales que encontró durante viajes realizados en el país: Cali-Florida, Bocagrande I y II, Día de la Montaña, son títulos que reflejan los lugares en los que estuvo; una especie de cartografía matérica producto de sus recorridos.
Fragmentos de este texto mimeografiado fueron posteriormente citados en “Alicia Barney: el paisaje alternativo”, artículo publicado por la revista Arte en Colombia y escrito por el curador Miguel González [véase doc. no. 1078601] quien también entrevistó a la artista en 1983 [doc. no. 1087494]. Estos documentos se conjugan, también, con “En el proceso regional de la auto vanguardia [doc. no. 1099156] brindando, así, información valiosa sobre la primera etapa de su trayectoria artística.