En 1984, pocos meses después que Eduardo Ramírez Villamizar regalara la escultura Custodia Homenaje a la recién restaurada catedral de su ciudad natal, Pamplona, el escultor escribe el texto conocido hoy como “La Catedral y el Arzobispo”. Se leyó el día de la reapertura de la catedral y de la inauguración de su obra. En él, se pone en evidencia la gran influencia que tuvo la religión y la Iglesia católica en su desarrollo como persona y artista; presenta recuerdos de su niñez trayendo a colación que la religión y, especialmente, las imágenes sagradas determinaron significativamente su acercamiento al arte. La escultura fue ubicada en el Panteón de los Obispos dentro de la catedral. A lo largo del escrito, Ramírez Villamizar presenta tanto descripciones como recuerdos de infancia que detallan cómo la religión católica y la Iglesia influenciaron su vida. Tómese en cuenta que Pamplona, desde la época colonial del Virreinato de Nueva Granada, ha sido centro religioso de importancia en Colombia. Es ampliamente conocida por sus celebraciones de Semana Santa y por albergar más de quince iglesias para una población no muy numerosa. En ese ambiente donde la Iglesia es protagonista, Ramírez Villamizar vivió su niñez. Su familia era extremadamente devota, siendo algunas de sus tías y hermanas monjas carmelitas. En “La Catedral y el Arzobispo”, el escultor ilustra cómo las imágenes religiosas se convirtieron en su primer acercamiento al arte: “Mis primeras misteriosas experiencias con la belleza artística las sentí en esta Catedral, mirando los santos, los retablos; asistiendo a ceremonias religiosas emocionantes, en donde el olor a incienso me quitaba la respiración. En estas ceremonias oía los magistrales coros del seminario mayor, acompañados con la música del órgano que quizás era obra de Palestrina o Handel”.

El texto “La Catedral y el Arzobispo” de Eduardo Ramírez Villamizar (1922–2004) es clave para comprender su relación con el arte y su producción material. Ha sido considerado dentro de la esfera artística como uno de los pioneros de la abstracción en Colombia. En artículos muy importantes dentro de la bibliografía acerca de Ramírez Villamizar se define su trabajo con la abstracción; entre ellos “El Arte Clásico de Eduardo Ramírez Villamizar” [véase doc. no. 1093722] de Casimiro Eiger; “Un Poder Ordenador” [doc. no. 1093674] de Marta Traba y “El Arte Absoluto de Ramírez Villamizar” [doc. no. 1093770] de Walter Engel, todos ellos publicados a mediados del siglo XX. Se lo considera, de hecho, como testimonio autorreferencial, puro, ajeno a cualquier referente externo, aunque totalmente racional y estrictamente centrado en la forma. La cercana relación de Ramírez Villamizar con la religión y la Iglesia católica expresada en su texto “La Catedral y el Arzobispo” funciona como argumento irrefutable y práctico para cuestionar esa mirada que hacen, en teoría sobre su trabajo, estos importantes críticos de arte.

Tómese en cuenta que las descripciones de la iconografía, templos, eventos y celebraciones devotas que presenta Ramírez Villamizar en el texto siempre fijan su atención en características tanto formales como materiales. Es evidente que su relación con la religión se dio a través de la estética, marcando innegablemente su relación con la imagen. Durante toda su vida coleccionó arte y objetos de culto que decoraban su espacio cotidiano. Además, dentro de su producción artística encontramos obras con temas religiosos como las pinturas Crucifixión (1950), Adán (1945), Cáliz y hostia (1960) y Lucha entre Jacob y el Ángel (1947); los dibujos Monjas muertas (1983), Ángeles (1980) y Paraíso perdido (2004); y las esculturas Custodia (1980), Custodia Homenaje (1983), Catedral policromada (1979) y Brazo de santo (1963). Es posible afirmar, entonces, que tanto el texto “La Catedral y Arzobispo” como algunas de las obras de Ramírez Villamizar ilustran en varios casos que su trabajo es referencial, influenciado y alude a elementos externos al arte.