El presente documento pone en evidencia la índole programática del concretismo brasileño; el movimiento que aglutinó experiencias en varias áreas: literatura, artes plásticas, música y diseño industrial. Bajo el influjo del trazado urbanístico de la Novacap (Brasilia, 1961), el plano-piloto para la poesía concreta implica una síntesis teórica de los textos hasta entonces publicados por los poetas Augusto de Campos (n. 1931), Haroldo de Campos (1929−2003) y Décio Pignatari (1927−2012). Hacia 1952, estos tres autores fundaron el Grupo Noigandres —como homenaje a un poeta provenzal, Arnaut Daniel, citado por Ezra Pound—, núcleo de creación y divulgación de los propósitos de la poesía concreta en São Paulo. La década siguiente (1952−62), editaron cinco volúmenes de la revista homónima. Los integrantes de Noigandres mantuvieron estrecho contacto con intelectuales, pintores y escultores que, casualmente, irrumpen en São Paulo el mismo año de 1952: el llamado grupo Ruptura —véase al respecto el “manifiesto ruptura” publicado en O Estado de S. Paulo [doc. no. 1085337]—. Este conjunto de artistas de las artes plásticas se guiaba bajo el liderazgo de Waldemar Cordeiro (Roma, 1925; São Paulo, 1973), quien desde su arribo al Brasil (1947) se había consolidado como uno de los principales teóricos de tendencias de posguerra.
Diversos argumentos del plano-piloto para la poesía concreta encontraron eco, y ciertos paralelos, con ideas previamente expuestas por Cordeiro, en textos publicados en la prensa nacional (específicamente en dos revistas de intereses arquitectónicos, A&D y HABITAT) desde finales de la década de los cuarenta. Coincidían, sobre todo, en los puntos vertebrales de Cordeiro: la defensa de la autonomía del lenguaje, la ostensiva oposición a la expresión subjetiva y la idea de que el poema (o cuadro) es un producto (u objeto). El texto medular de Cordeiro, “O objeto”, publicado en la revista A&D no. 20 (1956) postula, en consonancia con Noigandres, que “La obra no es expresión sino producto cuyos contenidos son los propios elementos plásticos intrínsecos a ella” [véase doc. no. 1086891].
En la poesía concreta, “la palabra” es considerada como un signo independiente de su referente, del mismo modo que en el arte concreto, líneas, colores y formas son elementos visuales autónomos, jamás subordinados a esquemas de representación ligados a un mundo de apariencias. En ambos casos la obra sólo se refiere a sí misma, que son los términos con los cuales uno de los teóricos de la poesía concreta, el filósofo alemán Max Bense, vinculado a la lógica, a la estética y a la semiótica, la definió: “Alles Konkrete ist hingegen nur es selbst”.