En la exposición del Grupo ruptura, realizada en el Museu de Arte Moderna de São Paulo, en 1952, un conglomerado de artistas se reunía —por primera vez en Brasil— para mostrar obras producidas bajo la veta de “lo concreto”, lanzando, simultáneamente, un manifiesto que estipula una “ruptura” radical frente al arte figurativo. Desde finales de la década de los cuarenta —a su llegada al Brasil desde su Roma nativa—, el combativo pintor, diseñador, paisajista y crítico de arte, Waldemar Cordeiro (1925-1973), escribía artículos de divulgación en la prensa de São Paulo, ciudad donde se radica, hasta afirmarse en el liderazgo del movimiento concretista y como el portavoz del Grupo ruptura.
La discusión entablada por Cordeiro con el escritor, pintor y sociólogo, Sérgio Milliet (1898-1966), es un buen ejemplo del debate desencadenado por el “Manifesto ruptura” (1952). La réplica de Cordeiro aclara, de modo tajante, las propuestas del manifiesto que redacta, señalando, con respecto a las referencias teóricas donde están cimentadas sus ideas, la teoría de la visualidad pura postulada por Konrad Fiedler (1841-1895), y resultado de su prevaleciente enfoque filosófico neo-kantiano, teorías estas que influenciaron la visión finisecular de la historia del arte a inicios del siglo XX de Wilhelm Worringer y Paul Frankl, entre otros.
En referencia a este asunto, consúltese de Waldemar Cordeiro, Geraldo de Barros, Lothar Charoux ET. AL., “Manifesto ruptura” (São Paulo, 1952) [doc. no. 771349]; y la reseña periodística de Sérgio Milliet, “Duas exposições”, O Estado de S. Paulo, 13 de diciembre de 1952.