Desde los inicios de su carrera, el sociólogo, antropólogo, historiador, escritor y periodista Gilberto [de Mello] Freyre (1900−87) tuvo la convicción de las grandes distancias geográficas y culturales que segregaban su región de los centros político-económicos de Río de Janeiro y São Paulo. Desde 1926 plantea en su ciudad, Recife, el “Primeiro Congresso Regionalista do Nordeste” —véase manifiesto en [doc. no. 1074787]—, donde defiende aspectos de la cultura y costumbres de su región (el noreste brasileño). Nace de ello su anhelo de presentar —décadas después y en conferencia en la Faculdade de Letras de Coimbra (Portugal)— sugerencias para un nuevo concepto de “tropicalismo”. Destaca los sentidos peyorativos que tan comúnmente se le atribuyen al término, usado para designar aquello que es propio de lo bárbaro, desordenado, grosero y primitivo, en abierta oposición a la noción de “civilización” característica del europeo refinado (véase “Em tôrno de um novo conceito de tropicalismo” [doc. no. 1075041]). De ese modo, Freyre propone ciertas interpretaciones del hombre, de las cosas y de los paisajes tropicales, yendo más allá de sus curiosidades etnográficas y de sus exotismos pintorescos. En otro de sus textos en que privilegia el valor regional (estrictamente tropical) de la pintura, “Da arte e do trópico” [doc. no. 1075251], Freyre ejemplifica con la obra de Flávio de Carvalho. Con respecto a los pintores en sus relaciones con la luz regional, sale en defensa de Candido Portinari [doc. no. 1075199].
En este artículo —sin duda un desdoblamiento que Freyre escribe bajo el título de “Nominalismo, artes plásticas e trópico” [doc. no. 1075317]— , el autor demanda que el Brasil sea comprendido en el exterior como un “complejo tropical”; postulando que el compositor Heitor Villa-Lobos (1887−1959) —cuya música se inspira en el folclore del país— alcanzó una dimensión de dicho concepto hasta asimilar lo que el filósofo alemán Wilhelm Dilthey considera como “un poder de reconstrucción [de la realidad] vía imaginación”. A juicio de Freyre, los portugueses, en especial, tuvieron esa predisposición para experimentar el desarrollo de un saber empírico en torno a dicha diversidad tropical. Incluso, la desplegaron contra cualquier idea de universalismo estético, dejando llevarse por esa atracción que para ellos ejercían los trópicos.