La importancia de este texto reside en su sincronía con los acontecimientos. El crítico, curador y artista Juan Calzadilla lo publica diez años después de la creación del TAGA (Taller de Artistas Gráficos Asociados), por lo que los hechos revisados (desde la evolución de El Taller de Luisa Palacios al TAGA, fundamentalmente) son relativamente recientes, y esta asociación artística se encontraba en plena actividad. Llama la atención que Calzadilla no se refiera al CEGRA (Centro de Enseñanza Gráfica), otro de los antecedentes innegables del TAGA. El autor puntualiza la importancia del TAGA destacando que “constituye la experiencia más completa que se ha realizado hasta ahora para el estímulo del grabado y en cierto modo resume y consolida los pasos dados por el taller para reunir a los grabadores en un centro de producción común”. Se enfatiza el estudio sistematizado de la técnica y la asociación profesional de los artistas dedicados al trabajo cotidiano; a su juicio, es clave del éxito del TAGA. Es relevante su revisión panorámica de los antecedentes del grabado moderno en Venezuela, vale decir, el trasfondo de la llegada de la litografía al país, el primer taller de grabado en la Academia de Bellas Artes, así como la importancia tanto de Pedro Ángel González como de Elisa Elvira Zuloaga, los precursores.
[Respecto al TAGA, consulte en el archivo digital ICAA de Bélgica Rodríguez “El TAGA: un sueño de verdad” (doc. no. 1068980); de Zuleiva Vivas “La Huella del grabado” (doc. no. 1101476); los artículos periodísticos de Mara Comerlati “El TAGA le ofrece al artista la libertad de crear” (doc. no. 1101412), “Los mejores grabados de Elisa Elvira Zuloaga” (doc. no. 1080981) y “El TAGA aspira a ser la casa del artista gráfico venezolano” (doc. no. 1081133); el texto de Juan Carlos Palenzuela “Atelier huella” (doc. no. 1101460); y de L. B. S. “Creado el taller de artistas gráficos: en la dimensión de la Venezuela verdadera” (doc. no. 1081157)].