El TAGA (Taller de Artistas Gráficos Asociados) es la continuación de un importante puntal en la historia de la gráfica venezolana: el Taller de Luisa Zuloaga de Palacios (la Nena), en torno al cual se aglutinaron artistas a lo largo de la década de sesenta; dicho taller fue el ensayo informal de lo que se consolidó posteriormente como TAGA, nutrido, a su vez, de la rica experiencia del CEGRA (Centro de Enseñanza Gráfica). De hecho, la idea del impresor —señalada por la crítica venezolana Bélgica Rodríguez (n. 1941) en su artículo— se aprecia como algo posible al pensar en emplear para ello al personal egresado del CEGRA [consúltese el texto del crítico Roberto Guevara (1933–98) “El CEGRA 5 (cinco) años después”, en el archivo digital ICAA (doc. no. 1153429)]. El TAGA postula sus estatutos, objetivos y funciones a modo de trabajar como lo hizo antes el Taller de Palacios, o sea, informalmente. Representa la etapa madura de un proceso lógico de crecimiento en la historia de la gráfica en el país.
El artículo fue publicado poco tiempo después de la puesta en marcha del TAGA; por lo tanto, no se detiene en enumerar personajes involucrados, más allá de Luisa Palacios. Sin embargo, falta en el artículo información sobre quiénes son los miembros fundadores y cuáles son los asociados. Esa información sólo se encuentra en otros artículos de la época.
Para otro ensayo crítico sobre al TAGA, véase “La gráfica venezolana y el TAGA”, por Roberto Montero Castro (doc. no. 1081178).