En esta columna semanal de Luis Miró Quesada Garland en El Comercio (Lima, Octubre 31, 1954), el arquitecto lanza una crítica formalista al mural del pintor Teodoro Núñez Ureta.
En octubre de 1954 se inauguró La construcción del Perú, mural alegórico en el entonces Ministerio de Hacienda del Perú (actualmente el Ministerio de Economía, Finanzas y Comercio), obra de Teodoro Núñez Ureta (1912–88), el más prolífico y celebrado de los cultores de ese género en el país. En su momento, se le otorgó reconocimiento a la obra con el Premio Nacional de Pintura Ignacio Merino; sin embargo, el desvelamiento del mural dio lugar a una significativa polémica inevitablemente vinculada al debate entre abstracción y figuración, el cual dominó la escena artística en el Perú durante de los años cincuenta. Una nota laudatoria inicial escrita por Edgardo Pérez Luna (1928–84) [véanse en el archivo digital ICAA, su artículo “El mural de Núñez Ureta: un canto al esfuerzo del hombre” (doc. no. 1227007)] fue confrontada, de inmediato, por las opiniones de Luis Miró Quesada Garland (1914–94), ideólogo principal del modernismo artístico y arquitectónico en el país. Aunque breve, el intercambio de opiniones expuso lo que desde cada posición era considerado “trascendente” en la obra de arte: ya fuera el hecho plástico puro (según Miró Quesada) [“Puntos de vista…” (doc. no. 1227082)] o bien el mensaje social superador del esteticismo (según Pérez Luna) [“Puntos de vista: el mural de Teodoro Núnez Ureta” (doc. no. 865055); y “Puntos de vista” (doc. no. 865197)].