Esta es una carta de la crítica Élida Román —entonces directora del Museo de Arte Italiano, una galería dependiente del Instituto Nacional de Cultura— dirigida a la dirección de la institución. Le hace saber a Jorge Cornejo Polar su renuncia por no estar de acuerdo con la política proyectada en el área de artes plásticas. A pesar de que su opinión y criterios fueron anteriormente tomados en cuenta para diversas decisiones —según explicita: “actitud consecuente con un reconocimiento de las responsabilidades, una vocación por la información democrática, un deseo de llegar a conclusiones acertadas”—, ella no fue consultada en absoluto sobre el envío peruano a la XIV Bienal de São Paulo de ese año. Su consternación subyace en el hecho de que se hizo una selección de arte exclusivamente popular; un hecho que “no puede contar con mi apoyo, y en todo caso, con mi consentimiento tácito, si no manifestara mi posición al respecto”. Esto la obliga a hacer “una renuncia pública como única forma de manifestar mi desacuerdo”.

Publicada en la revista Equis (12 de octubre de 1977), esta carta de la crítica de arte Élida Román está dirigida a Jorge Cornejo Polar, director del INC (Instituto Nacional de Cultura) en el período de 1976 a 1978.

En efecto, en 1977 se remitió un conjunto de piezas de arte popular como única representación peruana a la XIV Bienal de São Paulo. Esa decisión partió del Comité Organizador de la bienal que invitó al Perú a participar en el capítulo “exposiciones antológicas”. La finalidad de dicha sección bienal, según el reglamento, era mostrar obras que permitieran “valorizar un pasado cultural/artístico ya realizado” a través tanto de la producción de un artista reconocido como de un conjunto de piezas pertenecientes a una tendencia, época o lugar [datos obtenidos directamente de la XIV Bienal Internacional de São Paulo. São Paulo: Prefeitura do Município, Governo do Estado, Governo Federal, 1977, pp. 3, 8]. En el Perú, sin embargo, siempre se pensó que la naturaleza del envío había sido definida localmente por el INC. Esto dio lugar a que se reavivara la polémica surgida, a finales de 1975, cuando la misma institución otorgó el Premio Nacional de Cultura, en el área de arte, al retablista popular Joaquín López Antay (1897–1981). Lo ocurrido con la bienal motivó así nuevamente a un grupo de intelectuales y gente ligada a las artes plásticas a elevar su protesta, por considerar que la llamada “artesanía” carecía de validez artística y que el INC estaba actuando en contra del desarrollo del “verdadero” arte. Es en ese contexto que Élida Román renuncia a su función de directora del Museo de Arte Italiano, perteneciente a la institución mencionada. El museo estuvo destinado, en aquellos años, a la exhibición de muestras temporales de plástica contemporánea (de allí la denominación de “galería”).

[Respecto a este evento, véanse en el archivo digital ICAA los siguientes textos: de Alfonso Castrillón, Leslie Lee y Carlos Bernasconi “Fundamentación para el dictamen por mayoría simple a favor del artista popular Joaquín López Antay” (doc. no. 1135896); de Alfonso Bermúdez “Premio a López Antay suscita controversias. Unos: consagración del arte popular. Otros: una cosa es arte y otra artesanía” (doc. no. 1135879); de Francisco Abril de Vivero, Luis Cossío Marino y Alberto Dávila “Artistas plásticos cuestionan premio” (doc. no. 1135960); y (sin autor) “‘No todos nos quieren ni en Lima ni en Ayacucho’: así comentó sobre cuestionamiento a premio” (doc. no. 1135930)].