Este ensayo presenta la fundamentación y dictamen del Premio Nacional de Cultura en el área de arte, otorgado en 1975 al retablista andino Joaquín López Antay. En el Perú, se sostiene, coexisten dos tipos de arte, el denominado “arte culto” (“de corte europeo”) y el “arte popular” (“autóctono y mestizo”), cuya diferencia, marcada por la “preponderancia prestigiosa” del primero, es reflejo de las divisiones de clase en el país. Procurando revertir esta situación, se propone reconocer “las dotes creativas de nuestro hombre indígena” otorgando validez a sus formas culturales. El premio fundamenta la singularidad creativa de este artista andino, sus aportes al lenguaje plástico del retablo y su acendrado sentido del humor, “elevada expresión social” y “visión humanista de la vida”. Dada la coyuntura política entonces del Perú, el párrafo final explicita la voluntad de “premiar una forma de expresión representativa que refuerce las conquistas de nuestro campesinado”.

El 26 de diciembre de 1975 se dieron a conocer públicamente los Premios Nacionales de Cultura (bienio 1973–74), otorgados por el Estado peruano a través del Instituto Nacional de Cultura, a los aportes más destacados para el desarrollo de la cultura peruana. El presente dictamen en el área de arte (la cual tradicionalmente incluía pintura, escultura, música y arquitectura) dio inicio a una de las polémicas más importantes en la historia del arte peruano. La controversia puso de manifiesto las tensiones y recelos latentes en torno a las políticas culturales propiciadas por el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas del general Juan Velasco Alvarado (1968–75). Este aspiraba a una identificación progresista, cuyo principal sustento fue la reforma agraria iniciada en 1969, acompañada por una fuerte revaloración oficial de la imagen del campesino y de sus modos de vida, en desmedro de formas culturales consideradas más “occidentales”. De hecho, el premio a Joaquín López Antay (1897–1981) se dio a costa de las candidaturas de reconocidos artistas plásticos como Carlos Quízpez Asín (1900–83) y Teodoro Núñez Ureta (1912–88) y el músico académico de origen alemán Rodolfo Holzmann (1910–92).

El jurado lo integró el historiador de arte Alfonso Castrillón (n. 1935) con argumentaciones teóricas sobre estos temas y partícipe de los esfuerzos gubernamentales por reformar la Escuela Nacional de Bellas Artes. En ese esfuerzo colaboró igualmente otro de los firmantes, el pintor Leslie Lee (1932–2014). Cristina Gálvez (1919–82) y Carlos Bernasconi (n. 1924) eran artistas vinculados a la izquierda del momento, al igual que el arquitecto Juan Gunther (1927–2012). Es probable que Castrillón haya redactado el dictamen. Participaron, también, la bailarina y coreógrafa alemana Vera Stastny (n. 1932) y el músico académico Enrique Pinilla (1927–89), aunque no figuran en el acta.

[Respecto a este conflicto, véanse en el archivo digital ICAA los siguientes textos: de Alfonso Bermúdez “Premio a López Antay suscita controversias. Unos: consagración del arte popular. Otros: una cosa es arte y otra artesanía” (doc. no. 1135879); de Francisco Abril de Vivero, Luis Cossio Marino y Alberto Dávila “Artistas plásticos cuestionan premio” (doc. no. 1135960); y (sin autor) “‘No todos nos quieren ni en Lima ni en Ayacucho’: así comentó sobre cuestionamiento a premio” (doc. no. 1135930)].