El escritor y político venezolano Mario Briceño Iragorry (1897–1958) se ocupó en varias ocasiones de temas artísticos, desde particularidades decorativas de la cerámica aborigen hasta la valoración del abstraccionismo, pasando por el arte colonial. Su defensa de la tradición (católica e hispanista) lo llevó a posiciones de conservadurismo en el campo artístico, sobre todo en lo referente a las nuevas tendencias. Esa defensa de los valores tradicionales del arte representativo aflora especialmente en este artículo en que se mofa del nuevo arte y acusa a sus creadores de “majadería” y hasta de “pecado nacional”. Briceño Iragorry rechaza el arte abstracto igual que el chicle por extranjerizante; como los carillones que pretenden sustituir el tañido tradicional de las campanas de los templos; se opone al arte social, el arte puro al que niega la posibilidad de expresión de sentimiento alguno. Su postura de condena hacia escritores que alaban ese nuevo arte revela lo que era común en gran parte del público venezolano de entonces para el cual el abstraccionismo resultaba ajeno y sofisticado, sin vínculos con la realidad nacional. El artículo de marras tiene su origen en la primera exposición de arte abstracto tenida en la Galería Cuatro Muros, dirigida por Mateo Manaure y Carlos González Bogen, ambos exmiembros del grupo Los Disidentes (París, 1950), promotores de este arte.
El artículo fue impugnado por el pintor Alejandro Otero en “Alejandro Otero polemiza con Mario Briceño Iragorry a propósito del arte abstracto” [consúltese el archivo digital ICAA (doc. no. 855479)], dando inicio a un segundo debate venezolano sobre el tema, luego del de 1948 entre Miguel Arroyo y César Rengifo. Otros artistas y escritores intervinieron como Manuel Quintana Castillo e Ida Gramcko (a favor) o, como se observa en este texto, Juan Vicente Fabbiani y Héctor Mujica (en contra).
El artículo de Briceño Iragorry se continúa en una “Segunda nota sobre abstraccionismo” (doc. no. 1172069), donde se explaya en sus ideas. Ambos artículos de Briceño Iragorry reaparecen en su libro El hijo de Agar (Caracas: Ediciones Independencia, 1954), y han sido recopilados por Roldán Esteva-Grillet en sus Fuentes documentales y críticas de las artes plásticas venezolanas: siglos XIX y XX (Caracas: Universidad Central de Venezuela, 2001).