Este documento forma parte de un conjunto de críticas apasionadas que van sucediéndose en torno a la polémica exposición de Gabriel Bracho realizada en el Museo de Bellas Artes de Caracas, en el año 1951. La defensa radical que realiza Mujica sobre la “pintura comprometida” de Gabriel Bracho es un juicio que va de la mano con el activismo y el proselitismo político; más aún, se percibe como la única justificación de este articulo. En ese sentido resulta de particular interés la paradójica conclusión final a la que llega acerca de Bracho, como uno de “los mejores pintores de Venezuela”; esto, tras haberle arrojado severas críticas y agudos comentarios sobre la limitada técnica de este. Mujica fue un arrebatado militante del partido comunista de Venezuela y no podía pasar por alto los ataques que recibía Bracho en razón de su pintura de denuncia.
Otros escritores que debatieron sobre la exposición de Gabriel Bracho fueron Jesús Antonio Cova, con su artículo “Gabriel Bracho, pintor de Bajos Fondos” (Últimas Noticias, Caracas, 23 de agosto de 1951); Manuel Trujillo, quien escribió “Decimos no a Bracho por su pintura comprometida” (El Nacional, Caracas, 23 de agosto de 1951); y Juan Liscano, “Gabriel Bracho” (El Nacional, 1951) [véase doc. no. 850217].
Respecto a la obra del artista Gabriel Bracho, consúltese el ensayo de Pedro Lobos, “Semblanzas de nuestros días en la pintura de Gabriel Bracho” [doc. no. 1080662]; el artículo de Guillermo Alfredo Cook, “Bracho sacrifica lo más caro a todo artista: la libertad” [doc. no. 850751]; y la reseña de Manuel García Hernández, “El mensaje de Gabriel Bracho es neo-americano: cartas de Buenos Aires” [doc. no. 1101870].