En este texto se cuestiona la noción de “descubrimiento”; Pontual llama la atención sobre la problemática construcción de una conciencia latinoamericana impuesta desde afuera. Dicha visión externa instituye una lógica de dominación según la cual el subcontinente padece de una búsqueda incesante (e irrealizada) de su identidad. Históricamente hablando, tal perspectiva ha configurado “identidades impuestas”, manifiestas desde los presupuestos político-ideológicos del New Deal y de la “política de Buena Vecindad”; de hecho, un período que corresponde (en la década de los treinta) a la difusión del muralismo mexicano y a los intereses del MoMA (Museum of Modern Art) neoyorquino en tales asuntos; posteriormente acentuado por el período de la Guerra Fría —con los Estados Unidos como gran articulador de exhibiciones sobre arte de la región— y finalmente con la “Alianza para el Progreso” en los sesenta. Posteriormente, hubo la “retomada” del constructivismo latinoamericano en el meollo de la crisis económica de la década de los setenta: sintomáticamente, época del Simposio de Austin (1975), del encuentro de críticos y artistas en Caracas y de las bienales Iberoamericana de México y Latinoamericana en São Paulo, además de la muestra Geometria Sensível en el MAM-RJ (Museu de Arte Moderna do Rio de Janeiro), todas ellas a finales de los setenta. Faltaría añadir la visión posmoderna del continente como un último El Dorado donde lo precario no excluye la invención, propiciando, así, un sinnúmero de exposiciones internacionales. A juicio de Pontual, estos sucesivos “descubrimientos” del arte en la región sólo fueron capaces de generar estereotipos, aunque hayan ofrecido un instrumental para una lectura mejor del arte producido en América Latina. Lo que, sin embargo, falta, es difícil de ponderar: la afirmación de un derecho a la modernidad, la aseveración de una capacidad de ruptura, la disolución de visiones pintorescas y el rechazo ostensivo a cualquier postura de cuño colonizado.