El célebre intelectual y exministro brasileño de economía, Celso Furtado, pone en tela de juicio la posibilidad de conciliación entre el proceso ideológico e intelectual frente al anacronismo de las estructuras sociales del país. A su juicio, la “democracia de imitación” del país pasó a ser un obstáculo al propio acceso a formas de organización democrática. El surgimiento de tal “autocracia” fue para introducir transformaciones estructurales y no para defender el status quo amenazado. El autor señala la desintegración de la burocracia militar (en países de desarrollo expedito) y su reciente recomposición con elementos castrenses de menor preparación. A su juicio, la clase media ha venido acumulando “privilegios” y por ello apoya el poder [instaurado con el Golpe de 1964 y apoyo estratégico de la CIA]. Furtado indaga, ¿en qué medida un país en formación y bajo condiciones de explosión tecnológica, es capaz de preservar el sentido de identidad? Considera que es más intelectual que político, motivo por el cual el exilio lo afectará muchísimo menos que a los demás desterrados [por la dictadura], al mismo tiempo que comenta, estando en EE. UU., su encuentro con Wagley, Morse, José Honório Rodrigues, Fernando Henrique Cardoso, Florestan Fernandes y Otavio Ianni. Finalmente le informa al antropólogo Darcy Ribeiro (destinatario de la carta), que le es imposible atender a la invitación hecha en Caracas (Venezuela), prefiriendo inclinarse por la posibilidad de ir a la Conferencia del Pacífico que organiza (en Santiago de Chile) Claudio Veliz.