Este texto es parte integral de la polémica iniciada con un artículo de la crítica de arte Marta Traba (1923–83) bajo el título de “El arte latinoamericano: un falso apocalipsis”, publicado en el suplemento Papel Literario de El Nacional de Caracas, en cuya página crítica semanal apareció el texto mencionado el día 2 de mayo de 1965 [véase doc. no. 799377]. La controversia continúa hasta aproximadamente el mes de septiembre de ese mismo año y participan como principales exponentes venezolanos J. R. Guillent Pérez, Alejandro Otero, Roberto Guevara y Alirio Rodríguez, además de Traba. La discusión se extendió a otros medios de comunicación, tales como la Revista Nacional de Cultura, apariciones en radio y televisión, además de la asistencia a conferencias y debates.
Los artículos aparecidos en el suplemento Papel Literario de El Nacional fueron recopilados en la Colección Delta Solar como Modernidad y postmodernidad. Espacios y tiempos dentro del arte latinoamericano (Caracas: Museo Alejandro Otero, 2000). Por otra parte, una selección de aquellos documentos aparecidos en la Revista Nacional de Cultura se publicaron en: Roldán Esteva-Grillet (Compilador), Fuentes documentales y críticas de las artes plásticas venezolanas. Siglos XIX y XX (Caracas, CDCH/UCV, Vol. II, 2001).
Este segundo y último texto publicado por el pintor venezolano Alejandro Otero (1921–90), en el marco de esta polémica, adquiere especial valor por la síntesis que realiza de los planteamientos propuestos por Marta Traba; conceptos que él rechaza con el mayor ahínco y que, a su vez, representan ideas sustanciales del conflicto. Otero, tras realizar una reafirmación de sus propuestas originales, amplía su justificación de adscribirse a un arte de dimensión universalista, fundamentado en una anhelada “nivelación” de diversas propiedades intelectuales del mundo hispanoamericano con las del occidental; de igual manera, el pintor define la complejidad de la creación artística como producto de factores tanto intuitivos como secretos, concepto que choca frontalmente contra la visión según la cual la creación implicaría una intención preconcebida de carácter nacionalista que, a su entender, promueve ella.
El texto del pintor adquiere un tono personal al dirigir su comunicación directamente a Traba, al contrario de su primera intervención en la polémica (“Carta a Guillent Pérez, a propósito de limbos y apocalipsis” [doc. no. 798998]) que, siendo una carta abierta publicada en la prensa, se restringe a señalar sus divergencias generales contra la actitud “nacionalista” del arte asumida por ella. En el segundo caso, el lenguaje se torna más recio y defensivo, atacando no sólo los planteamientos de la crítica, sino también su falta de ética profesional. En dicho contexto, Otero reproduce correspondencia de años anteriores, suya con Traba, cuyo objeto es poner en evidencia las contradicciones de juicio de esta acerca de la obra del pintor. Efectivamente, en aquellas cartas, Traba manifiesta admiración por la obra de Otero, algo que finalmente usará para censurarla durante la presente polémica.