Bajo el título de “Las bienales también mueren”, el crítico uruguayo Nelson Di Maggio (n. 1928) reflexiona y alerta sobre diversos tópicos oriundos de eventos y agentes artísticos internacionales (bienales, salones, marchands), los cuales han desdibujado y complicado sus significaciones originales. [Véase en el archivo digital ICAA: “IX Bienal de Sao Paulo. Demasiadas antítesis” (doc. no. 1233548)]. Di Maggio toma como objeto de ponderación la décima edición de la Bienal de São Paulo que era, a su juicio, el “único centro de información artística del continente, orientador de creación plástica de países alejados de los grandes centros productores”. El crítico advierte con ironía que las principales actitudes de denuncia y boicot a la Bienal provienen de los centros artísticos de poder: por ejemplo, el Non à la biennale articulado desde París, [“Entrevista a Pierre Restany” de Nelson Di Maggio (doc. no. 1241306)] donde se consideran estos eventos como “kermeses instituidas por los monopolios de la burguesía capitalista”. La terminología del artículo apela a un entorno político, cultural, regional e internacional que pone en evidencia diversos nexos. Por un lado, la bipolaridad mundial que genera la Guerra Fría; desde el punto de vista regional, hubo la supervisión evidente de Estados Unidos en la emergencia cultural latinoamericana bajo claves internacionalistas de dependencia. Añádase, a esto, la actitud cada vez más contestataria y tensa de críticos y artistas con los diversos agentes y circuitos culturales de poder, ya pasada la mitad de la década de los sesenta [“Luis Camnitzer: arte e imperialismo” de Nelson Di Maggio (doc. no. 1244924); “El artista como payaso” de Ángel Rama (doc. no. 1244987)]. En medio de ese clima complejo y radicalizado, Di Maggio describe la postura oficial de Uruguay que, a pesar de constituir un país limítrofe con Brasil, se comportó como un participante indiferente a los conflictos desatados en esa época, sin dudar ni un poco para presentar obras a la X Bienal Internacional de São Paulo (1969) y a su seminario de crítica artística (designando como su representante a Ángel Kalenberg).