El artículo del escritor venezolano Igor Molina sobre la obra gráfica del artista venezolano Alirio Palacios (n. 1944) aporta información sobre dos momentos determinantes en su desarrollo artístico: su formación como grabador tanto en China como en Polonia. Molina no sólo ofrece la visión de Palacios sobre su producción de esos períodos, sino que se vale de los comentarios que al respecto realiza el artista y crítico Alejandro Otero (1921–90), quien comenta que la obra que Palacios trajo de Varsovia es una de las “más densas, convincentes y hermosas de todo el arte venezolano”. Por otra parte, Molina se refiere a los grabados producidos en China como “asombrosos y violentos”, capaces de revelar los refugios más interiores del artista. Otro aporte del artículo lo constituye la justificación que Palacios da para explicar su regreso de este país oriental que tanto admira. El artista señala que no lo sentía de la manera en que podía aprehender la violencia del paisaje venezolano: “lo verde y lo seco, lo arrasado y lo muerto, el silencio de las noches, la crueldad y lo poético (…) yo no puedo crear una realidad lejana”.
Como lectura complementaria a este texto, puede consultar los artículos de Olga González “Mezzotintas de Alirio Palacios: El final del aprendizaje gráfico” [doc. no. 1156997] y “Regresa a su país uno de los grabadores más importantes de América Latina” [doc. no. 1155203]; el artículo de Julie Kruger “There’s another China”[doc. no. 1155219]; el artículo de Yasmín Monsalve “Soy un gran aliado de mi país: Alirio Palacios expone xilografías en la Freites” [doc. no. 1155733]; la entrevista de Edith Guzmán con el artista, “Alirio Palacios se propone rescatar el grabado milenario de la China” [doc. no. 1155809]; y el artículo de Lenelina Delgado sobre la crisis en el INCE (Instituto Nacional de Cooperación Educativa) de Diseño, del cual el artista fue profesor, “Alirio Palacios: El estado tiene la responsabilidad del futuro del Centro de Diseño” [doc. no. 1155596].