A propósito de los comentarios adversos a su exposición de dibujos abstractos publicados por Julio Alfonso Hernández (El Tiempo, Chiclayo, Perú. 31 de octubre de 1952), el artista que expone, Alejandro Lora Risco, reflexiona sobre el nexo modernidad-arte y el rol informador de la crítica hacia al público . Asegura que el “arte es siempre la cosa más sorprendente del mundo” para afirmar (vía André Malraux) que su finalidad es la creación de “un mundo autónomo”. La lectura inmediata del aficionado común ante la obra es movida por una admiración inefable y necesita acudir a la crítica para su entendimiento pleno. Lora culpabiliza al artista de su propia incomprensión ante el público, (por no forjar una labor formativa previa), debiendo así acudir a la crítica. Sin embargo, juzga “inocentes” las apreciaciones de Hernández, desconocedoras de los problemas que giran en torno de una modernidad artística con “más de sesenta años de existencia”. Lejos de operar él a partir de la copia irreflexiva, defiende la autenticidad de su obra dibujística, cuyo estilo modernista se inspira de su propia “existencia chiclayana”, estimulada por su residencia en Buenos Aires. Enfatiza, además, que su obra “se expresa por símbolos directos sin necesidad de recurrir a las expresiones históricas ya muertas”.