Mimuy, la primera ambientación realizada en el Perú, fue inaugurada en los sótanos del IAC (Instituto de Arte Contemporáneo) de Lima (3 de noviembre de 1965). Sus autores fueron tres jóvenes estudiantes de la Universidad Nacional de Ingeniería: Mario Acha (hijo del crítico Juan Acha), Miguel Malatesta y Efraín Montero. La propuesta consistía en llenar de piezas hechas con objetos reciclados uno de los espacios galerísticos más prestigiosos de la ciudad. La primera controversia suscitada por Mimuy se produjo antes de su apertura, cuando la escultora boliviana Marina Núñez del Prado (quien exponía en una sala contigua) juzgó que la muestra era de cuño pornográfico. Los autores tuvieron que modificar a última hora algunos aspectos de su obra a fin de poder inaugurarla. Al mismo tiempo, Mimuy recibió apoyo de un sector de la crítica, dentro del que se encontraban Juan Acha y Carlos Rodríguez Saavedra.
El crítico peruano radicado en México Juan Acha (1916–95) fue uno de los principales propulsores de la vanguardia artística en el Perú a mediados de la década de los sesenta. A través de sus escritos, ensayos y notas periodísticas, el Pop y el Op-Art encontraron tanto un defensor teórico como un promotor de los jóvenes que cultivaban esas tendencias enmarcadas por la ideología desarrollista del momento.
Es una de las figuras centrales en la discusión artística peruana y latinoamericana de la segunda mitad del siglo XX. En un inicio, Acha recibió formación como ingeniero químico en Múnich, dedicándose a esta actividad a su retorno a Lima en 1942. Dieciséis años después, en 1958, publicó sus primeros textos sobre arte en el influyente diario El Comercio de Lima, con los que dio inicio a una actividad crítica y teórica sostenida. En tales ensayos realizó un complejo balance del panorama artístico local, identificando las distintas vertientes nacionalistas por las que discurría la plástica peruana. Apenas habían transcurrido unos años luego del intenso debate sobre la abstracción, uno de cuyos nudos problemáticos giraba precisamente en torno a las relaciones entre arte y la identidad nacional. A finales de la década de los cincuenta, sin embargo, el ejemplo del arte precolombino empezaba a erigirse como salida factible a la oposición entre la posibilidad de un arte nacional y el cosmopolitismo de la abstracción; esta última, de hecho, la opción que Acha investiga en su serie de textos. Aunque la posición específica de Acha evolucionara de forma significativa a lo largo de su trayectoria, la constante sería su compromiso con corrientes de “vanguardia artística” y la indagación del papel de la “identidad en el arte”, ya sea la peruana o bien latinoamericana.
[Para más información, véanse en el archivo digital ICAA los siguientes textos: de Carlota Carvallo de Núñez “Notas de arte”, (doc. no. 1142429); de Juan Acha “Próximas exposiciones: ‘Ambientaciones’ y Muñecones” (doc. no. 1142445) y “Exagerado sentido realista: Exposición de Luis Arias Vera” (doc. no. 1142510); de Carlos Rodríguez S. “Mimuy” (doc. no. 1142462); y de Luis Antonio Meza “Nuevo ambiente en el I.A.C.” (doc. no. 1142478)].