Durante la década de 1950, gran parte de la crítica en el Perú se sirvió del muralismo mexicano como modelo de pintura moderna, contemporánea y “nacional” capaz de contraponerse al cosmopolitismo formalista de la abstracción. Significativamente, la década vio además el surgimiento de un muralismo local que se valió de la erección de grandes edificaciones públicas bajo el gobierno del dictador General Manuel Odría (1948–56). En 1954 se inauguró La construcción del Perú, primera gran obra del género, pintada por Teodoro Núñez Ureta (1912–88) en el local del Ministerio de Hacienda de la capital peruana. Se trató de un momento consagratorio en la trayectoria de este artista, uno de los más prolíficos muralistas del país. Pese a las críticas que formuló contra el indigenismo, a finales de la década de los treinta, Núñez Ureta promovió por medio de numerosos escritos y a su manera un arte socialmente comprometido y de temática nacional.
[Como lectura complementaria sobre el mural La construcción del Perú, véanse en el archivo digital ICAA los siguientes artículos: de Luis Miró Quesada Garland “En blanca y negra...” (doc. no. 865020); y de E. Pérez Luna “Puntos de vista” (doc. no. 865197) y “Puntos de vista: el mural de Teodoro Núnez Ureta” (doc. no. 865055)].