El autor, Mirko Lauer (con el pseudónimo de “N. O. Sengai”), resalta que la discusión sobre el Premio Nacional a López Antay venga de artistas e intelectuales, sin que intervengan los mismos artesanos. Se debe a malentendidos, incluyendo el desconocimiento de que “López Antay no es un marginal ni un desheredado, sino un artista de excelente nivel, que concurre al mercado interno e internacional de la plástica en condiciones similares, a veces superiores, que los pintores del Perú”. Lauer plantea que la polémica penetra indebidamente en “la confusión de raza con clase, la automática asimilación de lo andino a lo popular”, pues también existen jerarquías y estratificaciones de clases dentro del universo quechua-hablante. Considera que en el premio culminan treinta años de esfuerzo por la revaloración, primero, luego por la mistificación y finalmente por la oficialización de la artesanía. Esto “[n]o ha sido un proceso de rescate sino de copamiento de un sector del arte andino, en la línea de lo ocurrido en México 40 años atrás”. Se amplía el campo de las manifestaciones artísticas oficiales, por un lado, facilitando el que la artesanía pase de “lo anónimo y colectivo” al de lo individual, y por el otro, el hecho de que la producción artesanal “se consagra y se consume en los mismos circuitos que la de la pintura o la escultura”. Lo que está en juego implica una “modernización del concepto de la plástica” con igualdad de mercado y de reconocimiento oficial para formas más diversas de expresión. 

Estas son las reflexiones del escritor y crítico peruano de origen checo Mirko Lauer (n. 1947), publicadas bajo el pseudónimo de “N. O. Sengai”, en torno a la polémica desatada por el otorgamiento en 1975 del Premio Nacional de Cultura en el área de arte al retablista andino Joaquín López Antay (1897–1981). Lauer apoyó algunos de los procesos más radicales del velasquismo, incluyendo la premiación de López Antay. Él había además trabajado en la oficina de difusión de la reforma agraria, desde donde redactó varios de los textos que acompañaron los importantes afiches sobre el tema por el artista y diseñador Jesús Ruiz Durand (n. 1940). Lauer volvería a tratar la polémica sobre López Antay en textos como “Lo andino en el arte peruano” (Sociedad y política N° 8, Lima, febrero de 1980) y Crítica de la artesanía. Plástica y sociedad en los Andes peruanos (Lima: DESCO, 1982), ambos reproducidos para el presente proyecto.

El otorgamiento en 1975 del Premio Nacional de Cultura en el área de arte al retablista andino Joaquín López Antay provocó una de las polémicas más importantes en la historia del arte peruano. De esa controversia afloraron tensiones y recelos que se mantenían latentes en torno a políticas culturales propiciadas por el gobierno militar del general Juan Velasco Alvarado (1968–75). En la búsqueda de la cultura nacional “auténtica”, este aspiraba a una fuerte revaloración oficial de la imagen del campesino y de sus estilos de vida, en desmedro de formas culturales consideradas más “occidentales”. De hecho, el premio a López Antay se dio a costa de las candidaturas de reconocidos artistas plásticos como Carlos Quízpez Asín (1900–83), de Teodoro Núñez Ureta (1912–88) y del músico académico de origen alemán Rodolfo Holzmann (1910–92).

[Respecto a este evento, véanse en el archivo digital ICAA los siguientes textos: de Alfonso Castrillón, Leslie Lee y Carlos Bernasconi “Fundamentación para el dictamen por mayoría simple a favor del artista popular Joaquín López Antay” (doc. no. 1135896); de Alfonso Bermúdez “Premio a López Antay suscita controversias. Unos: consagración del arte popular. Otros: una cosa es arte y otra artesanía” (doc. no. 1135879); de Francisco Abril de Vivero, Luis Cossío Marino y Alberto Dávila “Artistas plásticos cuestionan premio” (doc. no. 1135960); y (sin autor) “‘No todos nos quieren ni en Lima ni en Ayacucho’: así comentó sobre cuestionamiento a premio” (…)” (doc. no. 1135930)].