Trátase de la respuesta irónica del etnohistoriador José Felipe Valencia-Arenas a los argumentos esgrimidos por artistas agrupados en la ASPAP (Asociación Peruana de Artistas Plásticos) que se manifestó en contra del Premio Nacional de Cultura (1975) en el área de arte, otorgado al retablista andino Joaquín López Antay. El autor cuestiona la exigencia de creatividad que ellos contraponen a los llamados “artesanos”, cuando sus propias obras retoman elementos formales y temáticos prehispánicos: “abstracto o figurativo es necesario inspirarse en el antiguo Perú o en el pueblo quechua, pero no pertenecer a él”. Para Valencia-Arenas, tales actitudes son confrontadas por los plásticos de extracción campesina y/u obrera quienes —si bien tampoco son estrictamente creadores— pueden realizar sus obras libremente, lejos de las normas impuestas por el mercado y el sistema artístico occidental. Resalta, además, el carácter de “obra única” de los retablos de López Antay, considerando posible el reconocer su mérito artístico debido a que (en sociedades occidentales “y felizmente ahora en el Perú”) las fronteras del concepto “arte” son menos rígidas.

En esta nota el etnohistoriador peruano José Felipe Valencia-Arenas hace referencias a obras de artistas (que no nombra), tales como Milner Cajahuaringa (n. 1932), quien cuestionaba ferozmente la premiación de López Antay, al mismo tiempo que sus cuadros reproducían formas precolombinas. Este tipo de postura contradictoria se repite a lo largo de la historia del arte peruano y entre cuyas paradojas era posible valorar al pasado prehispánico, pero no al campesino contemporáneo. Este texto fue reproducido en una selección de documentos representativos de la polémica, en el nº 3 de Guamangensis. Revista de la Universidad Nacional de [San Cristóbal de] Huamanga, 1997.

El 26 de diciembre de 1975 se dieron a conocer públicamente los Premios Nacionales de Cultura (bienio 1973–74), otorgados por el Estado peruano a través del Instituto Nacional de Cultura, a los aportes más destacados para el desarrollo de la cultura peruana. El presente dictamen en el área de arte (la cual tradicionalmente incluía pintura, escultura, música y arquitectura) dio inicio a una de las polémicas más importantes en la historia del arte peruano. La controversia puso de manifiesto las tensiones y recelos latentes en torno a las políticas culturales propiciadas por el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas del general Juan Velasco Alvarado (1968–75). Este aspiraba a una identificación progresista, cuyo principal sustento fue la reforma agraria iniciada en 1969, acompañada por una fuerte revaloración oficial de la imagen del campesino y de sus modos de vida, en desmedro de formas culturales consideradas más “occidentales”. De hecho, el premio a Joaquín López Antay (1897–1981) se dio a costa de las candidaturas de reconocidos artistas plásticos como Carlos Quízpez Asín (1900–83) y Teodoro Núñez Ureta (1912–88) y el músico académico de origen alemán Rodolfo Holzmann (1910–92).

[Respecto a este conflicto, véanse en el archivo digital ICAA los siguientes textos: de Alfonso Castrillón, Leslie Lee y Carlos Bernasconi “Fundamentación para el dictamen por mayoría simple a favor del artista popular Joaquín López Antay” (doc. no. 1135896); de Alfonso Bermúdez “Premio a López Antay suscita controversias. Unos: consagración del arte popular. Otros: una cosa es arte y otra artesanía” (doc. no. 1135879); de Francisco Abril de Vivero, Luis Cossio Marino y Alberto Dávila “Artistas plásticos cuestionan premio” (doc. no. 1135960); y (sin autor) “‘No todos nos quieren ni en Lima ni en Ayacucho’: así comentó sobre cuestionamiento a premio” (doc. no. 1135930)].