En el reportaje, el grabador colombiano Luis Ángel Rengifo (1906−86) manifiesta sus opiniones frente a la pintura abstracta. Su obra gráfica en esos momentos se interesaba por lo “vernáculo”, a tal punto que denomina su pintura “obra cultural patriótica colombiana”. En sus palabras se percibe el desinterés por el abstraccionismo en una época en la cual este tipo de arte comenzaba a ganar terreno en Colombia, sobre todo a raíz de la obra escultórica de Eduardo Ramírez Villamizar (1923−2004) y la de Marco Ospina Restrepo (1912−83).
Sobre sus planes a futuro, Rengifo expresa su gran anhelo de conocer Europa; tener acceso en los museos la obra de grandes exponentes de la pintura del viejo continente. Este sueño sólo lo vería cumplido hasta 1970, cuando realizó un periplo de pocos días, una suerte de tour europeo que registró en un diario de viaje y posteriormente publicó en 1973 [véase “Bélgica: (Diario de viaje de 1970)”, doc. no. 1133788]. El artista había vivido unos años en la Ciudad de México, a finales de los cuarenta, cuando la gráfica popular gozaba de gran reconocimiento a raíz de la creación (1937) en ese país del TGP (Taller de Gráfica Popular) por un grupo de grabadores mexicanos que recogieron la herencia de grabadores insignes como José Guadalupe Posada (1852−1913). El carácter didáctico de sus estampas exaltan los valores nacionales representados en personajes como el indígena, el campesino y el obrero. Por eso, no extraña que Rengifo se declarara reacio al abstraccionismo; más bien fue proclive a la representación con contenido social, según sucedió con su serie de 13 grabados basados en la violencia política colombiana.
Entre 1946 y 1950, Rengifo ejerció los cargos de Canciller del Consulado de Colombia en México (1946) y Vicecónsul de Colombia en México (1947−50), función diplomática que alternó con sus estudios de grabado en la Escuela de Grabado de la Ciudad de México con el dibujante y grabador Francisco Díaz de León (1897?1975) y José Tullo. En Colombia, Rengifo ha sido considerado pionero del auge del grabado. Historiadores del arte colombiano como Gabriel Giraldo Jaramillo, Álvaro Medina y la uruguaya Ivonne Pini reconocen este mote, porque a su regreso de México reinauguró la cátedra de Grabado y Litografía en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Colombia (1951), donde se desempeñó como profesor de dibujo y grabado. Más aún, el galardón obtenido en el XI Salón Anual de Artistas Colombianos (1958) por su linocopia Hambre (1958) afirmó el carácter autónomo de este lenguaje que por muchos años fue considerado como “arte menor”.