Álvaro Medina (n. 1942) argumenta que la relación arte y violencia en Colombia ha sido protagonista en la historia del arte del país en la segunda mitad del siglo XX. Dentro de los temas abordados por la plástica colombiana en las décadas de sesenta y setenta se pueden contar los siguientes: injusticia, denuncia social, ausencia de democracia y el trabajo con la iconografía de líderes revolucionarios. A manera de ejemplo puede citarse ya sea la representación que realizó Pedro Alcántara (n. 1942) de Ernesto “Che” Guevara en su litografía Los sueños no tendrán frontera (1968) o bien el Homenaje a Camilo [Torres] (1967) que pinta Alejandro Obregón (1920−92). El padre Camilo Torres (1929−66) fue un personaje controversial en la historia sociopolítica de Colombia; se ordenó como sacerdote y fundó la facultad de sociología de la Universidad Nacional (sede Bogotá) para unirse posteriormente a la lucha armada con el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Es muerto en combate poco después de iniciarse en la guerrilla.
Obras que enmarcan temáticas de violencia revolucionaria surgen en el marco de episodios mundiales tales como el triunfo de la Revolución en Cuba (1959) y la guerra de Vietnam (1958-75). Estas imágenes quedan representadas principalmente a través de la gráfica, el medio más usado por los artistas debido a su facilidad de reproducción y circulación. Nirma Zaráte (1936–99), Diego Arango (n. 1942), Carlos Granada Arango (n. 1933) y Umberto Giangrandi (n. 1942) pasan a formar, en 1972, el Taller 4 rojo, uno de los colectivos de trabajo más importantes respecto a la expresión de ideas con temática social, lo cual representó una prolífica producción para las artes gráficas.
Para complementar la mirada a la temática sobre arte y violencia, en la segunda mitad del siglo XX, este documento se conecta con “Arte y Violencia Bipartidista en Colombia” [véase doc. no. 1132288] y “Arte y violencia en la era de narcotráfico en Colombia” [doc. no. 1132372].