El artículo, escrito por el propio artista, Mario Opazo (nac. 1969), es significativo por ser uno de los primeros medios donde se publicó la experiencia vital de su proceso plástico. El documento aclara la primera etapa del desarrollo de su propuesta escultórica (después entendida como instalación), originada a partir del dibujo y la escritura como procesos que hasta hoy (2010) hacen parte de su discurso plástico. Paralelamente, en su introducción, el texto se expone como mero registro de la recepción que las instalaciones tuvieron por los medios de comunicación y por el circuito artístico colombiano, en la primera mitad de los noventa. A pesar de que, desde 1963, la exposición Espacios Ambientales [véase doc. no. 868555] inició diálogos alrededor de obras con objetos dispuestos en el espacio (nominados como experimentación espacial), es hasta la década de los noventa que el concepto “instalación” se posesiona. Y lo hace a consecuencia de un cambio en la concepción de los objetos y de su materialidad, lo cual modificó las relaciones entre ellos, el espacio y el público de acuerdo a su carga histórica. De esta manera, la introducción referida nomina la propuesta de Opazo como “una escultura en expansión”; un “planteamiento no convencional” revelando incuestionablemente la poca claridad con respecto a la instalación, como medio en el círculo cultural colombiano de la época.
El texto rescata el método de la producción artística de Opazo, quien señala haber pasado durante su proceso por tres fases: la primera como escritor, una intermedia como dibujante y otra final como escultor. Esta última fase, según anota, le permitió concebir Un planeta para Giselle (1995), obra surgida en procura de un “espacio o dimensión virtual”; la cual lo impulsó a dejar de trabajar en el plano bidimensional y a volver sus dibujos objetos que generaran nexos y tensiones entre ellos. Es destacable cómo el artista encuentra en la literalidad y en el exceso de recursos tecnológicos elementos peligrosos que, a su juicio, pueden opacar la comunicación entre “los planos opuestos” de los objetos al argumentar que configuran el “espacio virtual” que buscaba. El texto revela el juego constante con la realidad y la ilusión; elementos claves que serán visibles en otros trabajos posteriores suyos, tales como Redundancias (1995) y Simulacros (2000) [véase doc. no. 1132304 y doc. no. 1100788].
Mario Opazo Cartés es un artista colombo-chileno, egresado del programa de Bellas Artes de la Universidad Jorge Tadeo Lozano (1987). Ha participado en exposiciones como la 10a Bienal de La Habana (2009). Es co-fundador y curador del Festival Experimenta Colombia. Recibió, en 1991, el primer premio del II Salón de Arte Joven y, en 1996, el premio XXXVI Salón Nacional de Artistas, entre otros. Recientemente (2010), Opazo fue acreedor al VPremio Luis Caballero de la Secretaría de Cultura por su instalación-performática Expulsión del Paraíso.