El documento es importante por haber sido concebido como registro y/o memoria oficial que tuvo, como último paso, la investigación Actos de Fabulación planteada por la curadora Consuelo Pabón (n. 1961). Fue propuesta como ejercicio de indagación dentro del campo artístico nacional; proyecto curatorial y exposición concluyente del área dedicada a arte y cuerpo del Proyecto Pentágono. Sirvió de plan alternativo a los Salones Nacionales ofrecidopor el Ministerio de Culturaen el año 2000(véase doc. no. 1099666 y 1099681).
El texto consigue hacer una descripción minuciosa de cada una de las piezas que integraron la muestra itinerante, estableciendo consciencia tanto de la temporalidad como del espacio específico que cada una ocupó como unidad y, en conjunto, como propuesta curatorial colectiva. La autora, inteligentemente, no sólo incluye descripciones de las acciones y los espacios donde fueron hechas; narra incluso instancias como el viaje, donde los artistas no son entendidos en contextos expositivos. Se devela, de una manera más vivencial, el aura que los eventos y su desarrollo generaron sobre los artistas, el público y, sobre todo, en su curaduría.
Innúmeras veces, esta instancia de experiencia personal es opacada en el texto haciendo nebuloso el espacio que las acciones ocuparon dentro de la curaduría; a pesar de que —en la mayoría de los casos y con el fin de generar discursos sobre las implicaciones que cada una de las acciones podía tener a nivel sociopolítico— Pabón las desvincula de la experiencia específica que la acción tuvo en el público que las vio. Con ello se van entablando supuestos de reacción en los espectadores o simplificando la experiencia a la reducción de un lectura simbólica universal de cada una de las piezas. En el texto, casos como la teorización en torno a la obra Daniel Zuluaga son un buen ejemplo; ya que, a pesar de describir las acciones, éstas llenan el acto con un sin fin de símbolos y códigos específicos; los cuales, al ser avalados curatorialmente, complican la asimilación para el público no especializado (transeúntes o peatones), dejando de lado la experiencia real que estos pudieron tener con la pieza.
Cabe resaltar, también, que la voz de los artistas en esta parte del proyecto no se da de manera tan directa, probablemente en pro de avalar un registro hecho a partir de un tercer lector; es decir, una especie de espectador que estuviese más comprometido. Una figura presente en Pabón y que muchas veces no resulta del todo efectivo.