En esta secuencia de testimonios sobre la 21ª Bienal de São Paulo, el profesor Walter Zanini —a cargo de la curaduría de las bienales paulistanas 16ª y 17ª (1981 y 1983)— hace una condena de la selección por inscripciones y de la interferencia de ciertos empresarios en la definición de criterios artísticos para el evento. La artista y administradora cultural Maria Bonomi, previamente dimitida de la Comissão Técnica, defiende el principio de un nuevo proceso de selección, aunque lo vea absolutamente desvirtuado por la reciente administración. José Américo Pessanha, miembro de la nueva Comissão Técnica, comenta lo difícil que es elegir debido al gran número de inscripciones, la mayor parte de las cuales son de pésima calidad. Paulo Monteiro, artista plástico, critica la selección que se lleva a cabo partiendo de fotografías de los trabajos y/o de currículos de los artistas potenciales. Gilberto Salvador, un artista plástico seleccionado, informa que no irá a participar del evento por considerar que la Fundação Bienal no opera con intereses artísticos sino comerciales. A su vez, Regina Boni, galerista que trabaja con algunos de los artistas ya seleccionados, hace un balance del impacto causado por un mandato presidencial sobre la cultura (Ley Sarney) que afectará las finanzas de la bienal, subrayando la importancia de mantenerse el evento bajo cualesquier circunstancias, criticando, de modo despiadado, la “acción judicial” ejercida contra el curador y ante los miembros dimitidos. Finalmente, Luisa Strina, galerista sin artistas que representen su negocio en el evento, hace una condena radical de los principios, de la ejecución y de todos los involucrados, dejando claro que la Bienal de São Paulo ha perdido su razón de ser.