La XVI Bienal de São Paulo tuvo una importancia trascendental en lo que respecta a la recuperación del prestigio internacional por parte de la institución brasileña. Enderezar el rumbo era un cometido esencial para un hombre de la integridad de Walter Zanini; era 1981 y Brasil, de una manera u otra, volvía a la “normalidad” después de dos décadas de dictadura militar que se preservaría cuatro años más. Tanto el boicot internacional —iniciado en París en 1969 con el “Non à la Biennale”— como la pésima administración atada a una censura impuesta y siempre subyacente abrían la oportunidad del cambio. Bajo los buenos indicios de una reapertura política, Zanini aporta su reputación de intelectual, administrador cultural y teórico de las artes para ser la persona idónea que inicia una nueva etapa de la bienal paulistana.
Además de haber sido uno de los curadores de la Primera Bienal de São Paulo (1951), el crítico de arte, historiador y curador Walter Zanini (1925−2013) fue el primer director del Museu de Arte Contemporânea (vinculado a la USP), cargo que ocupó de 1963 a 1978, donde se destacó por incentivar la producción de nuevos artistas así como de aquellas manifestaciones artísticas que eran marginalizadas: desde propuestas tecnológicas al arte conceptual, pasando por el uso de los multimedios a través de poéticas visuales. Fue también profesor de la ECA-USP (Escola de Comunicações e Artes da Universidade de São Paulo).
En una “entrevista-testimonio” [véase doc. no. 1111244], Zanini estipula su rol de estímulo que tuvo para todas aquellas manifestaciones artísticas derivadas de los nuevos medios de comunicación durante su gestión en la dirección del MAC-USP. En lo tocante al tema que enfatiza la bienal a su cargo, Zanini escribió “A arte postal na busca de uma nova comunicação internacional” [doc. no. 1110591], donde plantea que al ser considerados como expresión de cuño conceptual, los elementos sintácticos del arte postal son mucho menos relevantes que el flujo incesante de sus aportes semánticos.