Antonio Manuel (n. 1947), artista de origen portugués y radicado en Río de Janeiro desde la infancia, cobra destaque en el medio brasileño a fines de los sesenta con una obra de tenor participativo, politizado e incluso subversivo. Tal es el caso de su serie “flanes” (estereotipos de hule usados para imprimir el periódico, que el artista alteraba a altas horas de la madrugada, en la misma dependencia del diario mientras el censor federal operaba sus cortes). En 1970, el artista postula su cuerpo desnudo como obra de arte durante el XIX Salão Nacional de Arte Moderna. Desafió las reglas del mencionado salón, quien prohibía a los artistas su presencia durante las deliberaciones del jurado de premiación. Según el testimonio de la historiadora del arte Cláudia Calirman en su libro Brazilian Art Under Dictatorship, el acto “no solo se convirtió en un símbolo de desafío contra las arbitrariedades que regulan dichos salones y de muestras, sino que pasó a ser representativa de la falta de criterios consistentes debidos a la censura en las artes aplicada por el régimen militar”. La obra de Antonio Manuel se centra, en ese momento vertebral, en el problema de la circulación a pesar de la censura, así como de la comunicación de masas ante la historia brasileña reciente.
Francisco Bittencourt fue un crítico particularmente atento y actuante en la escena artística de Río de Janeiro entre fines de los sesenta y principios de los setenta. La presente entrevista puede ser considerada una fuente secundaria, cuyo interés radica en haber restituido el debate crítico en ese momento álgido de la vida política brasileña después del decreto dictatorial del Acto Institucional núm. 5 que revocaba todas las garantías civiles. Si esta conversación oscila entre tradición artística y contra-arte, Bittencourt ya se había centrado en el tema de la generación de Antonio Manuel que participa en el evento artístico de 1970, organizado por Frederico Morais en el mismo año y titulada Do corpo à Terra (vea “A geração tranca-ruas” [doc. no. 1110681]). Con el crítico y entonces artista Paulo Herkenhoff, Bittencourt se había interesado en ese tipo de cuestionamientos radicales, como en “A arte experimental quer ‘questionar a sensibilidade vigente’” [doc. no. 1110612].