La entrevista con Iberê Camargo que publica en 1972 la revista Cultura es precedida por una presentación del artista, con datos biográficos y profesionales. En ellos se registran sus estudios tanto en la Escola de Artes e Ofícios como en Santa Maria da Boca do Monte (en su estado natal de Rio Grande do Sul), amén de un curso técnico de arquitectura en el Instituto de Belas Artes de Porto Alegre (capital del estado); su período en Río de Janeiro (1942?47), cuando frecuenta la Escola Nacional de Belas Artes y funda el llamado Grupo Guignard, bajo la supervisión del propio pintor Alberto da Veiga Guignard; posteriormente, su permanencia en Europa, donde estudia con Giorgio de Chirico, Carlos Petrucci, Antonio Achille, Leone Augusto Rosa y André Lhote; sus primeras exhibiciones individuales; la sala especial que se le asigna en 1965, en la VIII Bienal de São Paulo; y su más reciente exposición (en esa época) en una galería de Río de Janeiro con texto del crítico Walmir Ayala, parcialmente citado en estas páginas. Las presentes declaraciones de Camargo no sólo indican su trayectoria sino incluso lo que piensa respecto al oficio de pintor y grabador, así como la enseñanza y la práctica del arte en Brasil. En ese sentido, trae a colación el Salón Blanco y Negro que idealizó en 1954, en protesta contra el alto precio de los pigmentos importados debido a la desvalorización de la moneda brasileña y a las medidas gubernamentales que procuraron proteger comercialmente el producto similar nacional.

En esta entrevista, Iberê [Bassani] Camargo (1914–94) revela haber llegado a la abstracción —una Nueva Figuración, a su juicio— por vía de la desintegración gradual de la figura. Parte él de su experiencia con pintura que extrae de los modelos ciertos aspectos realistas, devolviéndole así al color y a la línea su propia autonomía elemental. Su proceso abstraccionista ha mezclando vivencias en su memoria, provocando estímulos que despierten la forma geométrica de los carreteles, del cuerpo femenino, de los gestos, de la naturaleza, etcétera. En lo referente al grabado, Camargo considera que el nivel alcanzado por la producción brasileña (Arthur Luiz Piza, Marcelo Grassmann y Fayga Ostrower) se equipara a “la mejor producción internacional”. No obstante, reclama sobre el hecho de que al grabado no lo valorizan los coleccionistas (como si el haber copias anulara el original). Tanto “la muerte” como “el silencio” son parte de los asuntos esenciales de esta entrevista, tratados por él con cierta vena lírica, reveladora de la misma angustia que marca su escritura de ficción.

[Como lectura complementaria, véanse en el archivo digital ICAA las entrevistas del pintor con Carlos y Marco André Martins, “Entrevista com Iberê Camargo” (doc. no. 1110420) y con Fernando Cocchiarale y Anna Bella Geiger, “Iberê Camargo” (doc. no. 1110415). Consúltese, también, el ensayo de Mônica Zielinsky “O sentido da alquimia de Iberê Camargo” (doc. no.  1110421)].