La I Bienal de Bogotá fue una iniciativa del Museo de Arte Moderno de Bogotá, que en 1988 estaba a la cabeza de la gestora cultural Gloria Zea y cuyo curador en jefe era el historiador y crítico de arte Eduardo Serrano (n. 1939). Las referencias, poco favorables, que Serrano teje en torno al Salón Nacional cuando inaugura la Bienal pueden tener fundamento en la polémica que, en su momento, el curador sostuvo con Beatriz González (n. 1939). Ella era la directora del departamento de educación de la Biblioteca Luis Ángel Arango, institución que tenía a su cargo la realización del Salón. Sin embargo, cabe destacar que la apertura de la Bienal fue significativa porque representó un espacio alterno de exhibición donde se gestó un lugar para la crítica y el debate, tan necesarias y útiles como herramientas de análisis y reflexión.
Al parecer la intención del historiador y crítico de arte Germán Rubiano (n. 1938) en este artículo es destacar la presencia del Salón Nacional en la historia de las artes visuales de Colombia de los últimos años, presentando un análisis comparativo de éste frente a la Primera Bienal en Bogotá. Rubiano es agudo cuando hace alusión al texto que Serrano escribió para el catálogo; reproducido en su momento por el diario El Espectador (Magazine Dominical, Agosto 28 de 1988, p. 12) y en los comunicados de prensa promoviendo la inauguración del evento. A su juicio, resultó ser la falla mayor de la Bienal porque no tuvo correspondencia con la realidad de las artes visuales de la época. Dentro de los argumentos señalados, se pone de manifiesto que muchos de los artistas participantes en la Bienal ya lo habían hecho en la versión anterior del Salón. Por esto mismo, el carácter “iluminante” al que se refiere Serrano careció de presencia en la muestra.
La información sobre las críticas a Serrano por este texto y el cubrimiento general de la Bienal, se pueden complementar con los siguientes documentos: “La Bienal de Bogotá” [véase doc. no. 1098322; “1ra. Bienal de Arte de Bogotá” [doc. no. 1098306] y “I Bienal de Arte de Bogotá” del crítico Miguel González [doc. no. 1098338].
El fragmento del texto que Rubiano dedica a la revisión de las propuestas que se presentan en la Bienal plantea interrogantes acerca de la variedad de formas de expresión que se vieron en la muestra. Al igual que Miguel González, Rubiano agrupa las obras para realizar observaciones sobre las mismas. A pesar de la causticidad que caracteriza al texto, el crítico expresa en el cierre: “De todos modos, ojalá, con muchas modificaciones y argumentos, más serios y menos sentimentales, hubiera otras versiones de las bienales de Bogotá”.