En este artículo, Marta Traba —la directora del MAM entre 1962 y 1969, gestora y una de las críticas más influyentes en la historia del arte colombiano de todos los tiempos— se refiere a los trabajos de Fernando Botero (nac. 1932). Señala, además, algunos integrantes de la generación de artistas a quienes reconocerá después de su participación en el Salón Intercol como el segundo grupo de modernos en Colombia: Nirma Zárate (1936–99), Feliza Bursztyn (1933–82), Alvaro Herrán (n. 1937) y Carlos Rojas (1933–97). Este artículo da razón del momento en que esta generación da sus primeros pasos hacia la madurez artística.
Como ejercicio de síntesis de un Salón que mostró un panorama bastante heterogéneo, Traba hila su texto de una clasificación de estilos que parte desde grandes estructuras (figuración, abstracción, chatarra, informalismo, pop art). Esto le permite codificar el trabajo de los artistas relacionándolo con el acontecer mundial y, al mismo tiempo, hacer señalamientos precisos respecto a la escena local y a la individualidad de pintores y escultores. Con este recurso, la crítica argentina radicada en Colombia los legitima como creadores que, de manera simultánea, se valen de recursos de su entorno expresando fragmentos de su realidad y acordes al acontecer de la plástica internacional.
Para otros documentos relacionados con el presente texto, véase “Salón Esso de Artistas Jóvenes: Patrocinado por la Unión Panamericana y Esso” [doc. no. 1091951] y Primer Salón Intercol de Artistas Jóvenes (catálogo) [doc. no. 1097966].