Esta es la introducción del catálogo del Salón de Artistas Jóvenes Latinoamericanos —realizado en la sede de la Unión Panamericana en la capital norteamericana, en 1965. El texto fue escrito por el director del Departamento de Artes Visuales de la entidad, José Gómez Sicre. El documento habla de la importancia y complejidad de la plástica latinoamericana. Se refiere a los artistas partícipes como una generación joven que ofrece un vasto panorama del estado del arte en el sur del continente, lo cual ha venido propiciando un lugar significativo en la escena internacional desde cerca de treinta años atrás. Este texto pone un especial énfasis en el apoyo de la empresa privada en el proceso de difusión del arte latinoamericano; Gómez-Sicre se refiere, específicamente, a la empresa petrolera ESSO, patrocinadora del evento.

El texto del documento es parte de un catálogo donde se pronuncia el interés de la OEA (Organización de Estados Americanos) y de la ESSO a través del Salón de Artistas Jóvenes Latinoamericanos de 1965, al ofrecer valor destacado al arte moderno latinoamericano. Por un lado, se expresa la intención de evaluar el arte latinoamericano como tejido complejo; esto es, como una producción heterogénea y cambiante, teniendo en cuenta los procesos temporales y espaciales de cada país y las particularidades tanto de artistas como de colectivos. Además, se pretende diluir la visión de las historias del arte escritas en Europa y Norteamérica, las cuales desconocen lo que sucede en la escena latinoamericana, y simplemente relacionan la producción artística de la zona a burdos hallazgos arqueológicos precolombinos.

Este documento reúne la información sobre el Salón de Artistas Jóvenes Latinoamericanos de 1965, realizado en la sede de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Washington, D.C. con las mejores obras del arte emergente de aquel momento, producidas en el territorio comprendido entre México y la Argentina. Cada obra exhibida había sido ganadora de uno de los salones nacionales de artistas menores de treinta y cinco años, realizados en los países iberoamericanos que contaban con filiales de la petrolera ESSO. La serie de salones estuvo a cargo del director de la Sección de Artes Visuales de la Unión Panamericana, el gestor y crítico de arte cubano José Gómez Sicre (1916–91), y contó con apoyo de institutos y museos a lo largo del continente.  

En este salón expusieron sus obras artistas colombianos como Fernando Botero (nac. 1932) y Feliza Bursztyn (1933–82), además del peruano Fernando de Szyszlo (nac. 1925), el venezolano Humberto Jaimes Sánchez (1930–2003) y el mexicano Fernando García Ponce (1933–87). El Salón también contó con la intervención de un jurado reconocido en su momento, encabezado por  el museólogo estadounidense Alfred Barr Jr. (1902–81). Este documento está relacionado con el “Primer Salón Intercol de Artistas Jóvenes”. [Véase doc. no. 1097933].