El texto presenta la muestra de 1982 del CEGRA (Centro de Enseñanza Gráfica, Caracas) en la Sala de Exposiciones CANTV (Compañía Anónima Nacional de Teléfonos de Venezuela, Caracas). En él, el crítico venezolano Roberto Guevara (1932–98) nos permite conocer la trayectoria y labor de este instituto tras cinco años de su creación, destacando lo fundamental: que el CEGRA, antes que ser una escuela, fue un taller donde los profesores impartían cátedra en una actitud de diálogo, en lugar de dar clases académicas. Lo principal que se rescata del texto es el espíritu de este, muy particular, ejercicio de la enseñanza gráfica: la creación enriquecida por el apoyo humanístico y cultural. Guevara pone en destaque que, a la par del rigor metodológico necesario para el oficio gráfico, era la libertad, el entusiasmo y la audacia lo que caracterizaba el trabajo de los estudiantes. El texto ofrece la posibilidad de añadir un capítulo más a la historia de la enseñanza de la gráfica en Venezuela, al encontrar que el CEGRA, además de sistematizar un conocimiento que hasta el momento se había impartido de manera informal en El Taller de la artista venezolana Luisa Palacios (1923–90) —o inclusive en torno a artistas ya consolidados como en el TAGA (Taller de Artistas Gráficos Asociados, Caracas; creado en 1976 y en funcionamiento desde 1980 hasta la actualidad)— permitió enriquecer el trabajo formal con el creativo, en función de obtener un artista gráfico integral. (Respecto al TAGA, consúltese el artículo de la crítica Bélgica Rodríguez (n. 1941) “El TAGA: un sueño de verdad” [doc. no. 1068980]).
El CEGRA fue cerrado en 1990 para integrarse al proyecto del Instituto Superior de Arte, IUESAPAR (Instituto de Estudios Superiores de Artes Plásticas Armando Reverón, Caracas, creado en 1991), el cual fue absorbido posteriormente por la Universidad Nacional Experimental de las Artes (UNEARTE, Caracas; creada en 2008).