J. R. Guillent Pérez justifica en este artículo, desde su lectura filosófica, las causas que lo llevaron a polemizar con la crítico colombiano de origen argentino Marta Traba (1930-83). Una polémica que se inicia a raíz del artículo “El arte latinoamericano: un falso apocalipsis” (“Papel Literario”, El Nacional, Caracas, 2 de mayo de 1965). El punto central fue la crítica de Traba dirigida hacia los artistas latinoamericanos que habían hecho suyos los postulados de las vanguardias internacionales. La polémica se desarrolla hasta aproximadamente el mes de septiembre de ese mismo año y participan como los principales exponentes, además de Traba y J. R. Guillent Pérez, entre otros, los pintores venezolanos Alejandro Otero, Roberto Guevara y Alirio Rodríguez. Como justificación, Guillent Pérez esgrime la historia de la creación, quince años antes, del grupo Los Disidentes, al cual perteneció. Este grupo fue creado por artistas y escritores venezolanos que vivieron y operaron artísticamente en París entre 1945 y 1952. Desde allí se propusieron luchar a favor de la renovación del arte tradicional y académico mediante la asimilación de los valores de la abstracción europea. Entre los pintores venezolanos figuraban: Alejandro Otero, Pascual Navarro, Mateo Manaure, Luis Guevara Moreno, Carlos González Bogen, Narciso Debourg, Perán Erminy, Rubén Núñez, Dora Hersen, Aimée Battistini, además de Guillent Pérez, entonces joven estudiante de filosofía. Publicaron una revista con el nombre del grupo, Los Disidentes, que alcanzó a cinco números y fue su principal órgano de divulgación. Guillent Pérez, pues, encuentra el origen de sus argumentos a favor de los artistas adscritos a lenguajes plásticos de la vanguardia europea en un desarrollo que se origina en los postulados de Los Disidentes y su lucha por dar respuesta a la crisis de la cultura occidental, asumiendo un papel participativo y crítico de primer orden.