Esta segunda carta, dirigida por Alejandro Otero (1921–90) a su amigo el fotógrafo, historiador y crítico de arte Alfredo Boulton (1908–95), retrata muy bien el ánimo polémico y decidido del pintor venezolano como principal impulsor de “Los Disidentes”. El grupo fue constituido en París en 1950 para defender los valores propios del arte abstracto y contra dos prejuicios graves existentes en el medio cultural caraqueño, todavía apegado a la tradición del paisajismo y del realismo social. Otero hace gala de buena escritura para justificar, ante su mentor espiritual, los atrevimientos de sus juicios sobre algunas personalidades culturales del medio caraqueño, a sabiendas de arriesgar su condición de becario. La carta es testimonio fiel de una actitud de vanguardia; o sea, de una manera radical, volcada a la exaltación de los valores universales de la pintura, antes que a los valores locales (actitud que había sido constante en su trayectoria). Así, esta carta se conecta con otra (del 10 de abril de 1948), en la que Otero manifiesta displicencia ante las discusiones de otros compatriotas en París acerca del destino de la América Latina [véase (doc. no. 850255)].
Esta carta pertenece a la selección realizada por Ariel Jiménez para la Fundación Museo de Alejandro Otero, He vivido por los ojos: correspondencia Alejandro Otero-Alfredo Boulton, 1946-1974 (Caracas: Fundación Alberto Vollmer/Museo Alejandro Otero, 2001), bajo el auspicio de la Alberto Vollmer Foundation.