Los Disidentes fue un grupo creado en París en 1950 por un conjunto de artistas y escritores venezolanos que vivieron en esa ciudad entre 1945 y 1952. Desde la capital francesa se proponen luchar en contra de la educación oficial impartida en la Escuela de Artes Plásticas de Caracas, cuyas fuentes provenían del paisajismo y nativismo, específicamente. Haciendo honor a su nombre, Los Disidentes procuraban alcanzar la renovación del arte tradicional y académico mediante la asimilación de los valores de la abstracción europea. Entre sus miembros figuraban quien escribe esta nota, J. R. Guillent Pérez (véase también [doc. no. 813478]), y los pintores Alejandro Otero [doc. no. 813625], Pascual Navarro [doc. no. 813751], Luis Guevara Moreno, Carlos González Bogen [doc. no. 813695], Mateo Manaure [doc. no. 813569 y doc. no. 813583], Narciso Debourg [doc. no. 813597], Perán Erminy, Rubén Núñez, Dora Hersen y Aimée Battistini. A ellos se les sumaron, posteriormente, otros artistas nacionales como Armando Barrios, Miguel Arroyo, Oswaldo Vigas, Omar Carreño, Alirio Oramas y Régulo Pérez. Publicaron una revista con el propio nombre del grupo, Los Disidentes, la cual alcanzó a publicar cinco números, siendo su principal órgano de divulgación.
Junto con Alejandro Otero, Guillent Pérez puede ser considerado el principal ideólogo y teórico que fundamenta la postura de Los Disidentes, el primero en las artes y este último en la filosofía, pues fueron quienes aportaron a la revista homónima los ensayos más ricos en ideas, sobre cuyos basamentos filosóficos se sustentaron las propuestas conceptuales y acciones que buscaban “transformar de raíz” el arte y la cultura venezolana, en particular, y de América Latina, en general. Profundamente imbuido en esa época donde en la filosofía existencialista reinaba, años más tarde Guillent Pérez incorporará a sus teorías y prácticas enseñanzas de cuño oriental, especialmente el pensamiento de Krishnamurti. Este ensayo está dividido en dos partes (publicadas consecutivamente en los n.º 2 y 3 de la revista Los Disidentes); la primera tendiente a comprobar que “lo latinoamericano pertenece a lo occidental”; y la segunda, sobre el mismo problema, aunque enfocándolo en la juventud de América Latina.
El interés del texto subyace en varios aspectos, ya que se anticipa en temas que serán discutidos años después bajo definiciones más precisas (la globalización, por ejemplo), al referir como causa de los cambios detectables el mayor acceso a la información de los jóvenes latinoamericanos; por otra parte, señala elementos claves que reaparecerán en reiteradas discusiones habidas entre artistas y teóricos latinoamericanos durante la segunda mitad del siglo XX. En especial, Guillent Pérez hurga sobre las concepciones opuestas del arte y la vida (lo universal vs. lo nacional; el origen occidental vs. lo americano; figuración vs. abstracción). Más aún, el tema del universalismo en oposición al regionalismo será retomado por él en 1965, en Caracas, durante la polémica sobre arte latinoamericano suscitada a raíz de un difundido artículo de Marta Traba: “El arte latinoamericano: un falso apocalipsis” (publicado en El Nacional, 2 de mayo de 1965).