Los Disidentes fue un grupo creado en París en 1950 por un grupo de artistas y escritores venezolanos que vivieron en esa ciudad entre 1945 y 1952. Desde la capital francesa se proponen luchar en contra de la educación oficial impartida en la Escuela de Artes Plásticas de Caracas, cuyas fuentes eran provenientes del paisajismo y nativismo, específicamente. Haciendo honor a su nombre, Los Disidentes procuraban alcanzar la renovación del arte tradicional y académico mediante la asimilación de los valores de la abstracción europea. Entre sus pintores figuraban quien escribe esta nota, Mateo Manaure (n. 1926) [véase doc. no. 813569], Alejandro Otero [doc. no. 813625], Pascual Navarro, Luis Guevara Moreno, Carlos González Bogen [doc. no. 813695], Narciso Debourg [doc. no. 813597], Perán Erminy [doc. no. 813463], Rubén Núñez, Dora Hersen y Aimée Battistini, además del entonces estudiante de filosofía J. R. Guillent Pérez [doc. no. 813478]. A ellos se les sumaron, posteriormente, otros artistas nacionales como Armando Barrios, Miguel Arroyo, Oswaldo Vigas, Omar Carreño, Alirio Oramas y Régulo Pérez. Publicaron una revista con el propio nombre del grupo, Los Disidentes, la cual alcanzó a publicar cinco números, siendo su principal órgano de divulgación.
Manaure hace aquí una evaluación de la trayectoria de otro pintor coterráneo y compañero de grupo, Carlos González Bogen (1920–92), vista a través de una óptica netamente “disidente”; esto es, resalta aquellos pasos específicos del artista que lo guían hacia la transformación de la obra de este en el ámbito de la abstracción geométrica. La valoración de la obra de González Bogen sólo se da al final del artículo, al hallarla totalmente depurada del pasado. Es importante destacar que dicha evolución de González Bogen es interpretada por Manaure como una especie de viaje iniciático cuyo punto final es su encuentro con “la verdad”, o sea, la pintura abstracta. Manaure inserta incluso un párrafo donde resalta las virtudes y mejores cualidades que percibe de dicha tendencia; a su juicio, la principal premisa que tanto él, como el resto de Los Disidentes defiende y promueve. Por esta razón, en su relato, Manaure asume la voz y el sentimiento de González Bogen, identificándose y asumiendo plenamente sus logros.