Con una visión entre sorprendida y maravillada, el arquitecto italiano Gio Ponti —quien proyectó para la modernidad venezolana la casa Planchart, en Caracas— nos pone en contacto con un valioso testimonio sobre el hábitat del pintor Armando Reverón (1889–1954) en el litoral central. El texto se suma al de otros críticos extranjeros como el cubano Alejo Carpentier. La asociación que establece Ponti con la tradición fantástica española lo lleva a vincular a Reverón con la búsqueda europea de lo primitivo —desde Robinson Crusoe hasta Paul Gauguin—, como un escape a lo previsible y lo meramente racional. Destaca, por ello, la condición de ensueño del ambiente y los personajes (las muñecas) que conviven con la mayor naturalidad entre los cuadros de Reverón, e incluso con los seres vivos propios del trópico. El artículo no establece diferencia entre la ficción y la naturaleza propia del trópico; además, cobra un valor adicional por las ilustraciones de Gasparini —en la actualidad, reconocido historiador, fotógrafo y restaurador de la arquitectura colonial venezolana—. Hay una de particular importancia, que es la reproducción del croquis realizado por Gio Ponti del espacio construido. Ante la definitiva desaparición del Castillete con motivo del deslave de La Guaira (diciembre de 1999), permanecerá como el símbolo gráfico de un sueño perdido.
En referencia a Reverón, puede consultar el ensayo de Mariano Picón-Salas titulado “Reverón” [doc. no. 808902], y el reportaje-entrevista de Carlos Morantes en “Visto por sí mismo…” [doc. no. 846024].